El Papa Francisco concluyó una misa frente a miles de indígenas, ante quienes criticó que padezcan exclusión e incomprensión, y fue testigo de varios rituales que le dan un toque distintivo a las celebraciones eucarísticas en el sureste mexicano. La ceremonia litúrgica se celebró en español y tres lenguas indígenas: tzeltal, tzotzil y chol, entre cantos y música. Una marimba tocó sus acordes en varios momentos.
Algunos rituales comunes en las ceremonias religiosas indígenas fueron incluidos en la misa, como cuando un indígena toztzil le dijo que acostumbraban en un momento rezar cada quien de rodillas y en sus propias lenguas.
También representaron una danza ritual, que un sacerdote aclaró que «no es un momento folclórico, sino una oración», durante la cual la gente movía ligeramente el cuerpo al ritmo de música de violines que niños tocaban. «También se reza con el cuerpo», dijo el sacerdote.
Al papa Francisco le entregaron ejemplares de una Biblia traducida al tzeltal y tzotzil.
Familias indígenas y campesinas, entre ellas parejas huicholes del noroeste mexicano, llegaron desde hace varias horas al estadio de fútbol de la capital chiapaneca para el encuentro de las familias con el papa Francisco.
Mientras el pontífice oficiaba una misa ante miles de indígenas en San Cristóbal de las Casas, millares de feligreses arribaban al campo deportivo en Tuxtla Gutiérrez con una mezcla de preocupación por los problemas que agobian a las familias mexicanas.
«Es lo primero, lo primordial. Debemos rescatar los valores familiares. Estamos como estamos en el país y en el mundo a consecuencia del descuido que se tiene con las familias», dijo a The Associated Press, Julia Guzmán, quien llegó junto a su esposo Rubén Navarrete, un matrimonio huicholes de 43 años y oriundo de Tepic, Nayarit. Esta pareja, que lucía sus trajes autóctonos, tiene cinco hijos y sirven a la diócesis de la capital de su estado.
Ana Carmen Cabas Cabas, consejera de los pueblos indígenas en el estado sureño de Campeche, dijo que llegó desde temprano para recibir la bendición del papa y renovar su fe.
«Siento que (el encuentro de las familias) va a simbolizar la unidad entre indígenas, pobres, ricos y sin distinción», comentó Cabas Cabas, una indígena guatemalteca nacionalizada mexicana, de 43 años. «Tantos problemas que hoy estamos enfrentando ojalá que reflexionemos y hagamos un cambio en nosotros mismos».
Mónica López González, oriunda de Tuxtla, dijo: «Es lo mejor que nos pudo haber pasado. Es muy significativo porque es una representación de nuestro señor Jesucristo en la tierra, pues llena nuestros corazones, pues está lleno de paz, de alegría, de bendición y de humildad más que nada. Es hermoso».