Hilda Ramírez, una mujer centroamericana que vino escapando de la violencia en Guatemala se convirtió hoy oficialmente en la primera indocumentada en entrar en santuario desde que comenzaron las redadas de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) el pasado mes de enero.
La inmigrante centroamericana junto con su hijo Iván, de 9 años, se encuentran refugiados en la iglesia Presbiteriana San Andrés en Austin, Texas.
La guatemalteca forma parte de un grupo de 65.000 centroamericanos, en su mayoría mujeres y niños no acompañados, que llegó hasta la frontera de Estados Unidos pidiendo asilo.
Ramírez junto con su hijo, pasó 11 meses detenida en el centro de detenciones Karnes County Residential Center, uno de los dos centros familiares de inmigración en Texas.
Su caso de asilo político fue negado por inmigración por lo que se le expidió una orden de deportación en su contra.
Entrar en santuario se ha convertido en la única y última opción para estas familias , dijo Crystal Silva, pastora de la Iglesia Presbiteriana de San Andrés, donde se encuentra refugiada Ramírez.
La pastora dijo apoyar el movimiento a nivel nacional en el que participan docenas de iglesias y congregaciones que se encuentran dispuestos a albergar inmigrantes indocumentados centroamericanos que se encuentran en peligro de ser deportados.
Sin duda creo que este es el primero de varios casos e inmigrantes solicitando santuario si el Gobierno federal no detiene las redadas , manifestó hoy a Efe Cristina Parker, representante del grupo Grassroots Leadership, organización que desde el 2009 lleva trabajando a nivel nacional para cerrar los centros de detenciones familiares.
En su opinión estas familias son extremadamente vulnerables y ahora se encuentran viviendo en continuo temor de ser arrestados por ICE y ser deportados.
El movimiento santuario nació originalmente hace más de 30 años en la iglesia Presbiteriana del Sur en Tucson, Arizona.
El 24 de marzo de 1992 miembros de la congregación religiosa anunciaron al Gobierno federal que estaban dispuestos a violar las leyes de inmigración y dar albergue a los refugiados centroamericanos que estaban cruzando la frontera escapando de los denominados escuadrones de la muerte .
Desafortunadamente vemos que el movimiento santuario de los 80 es muy similar al que estamos viviendo ahora: familias centroamericanas escapando de la violencia y nuestro gobierno mandándolos de regreso negándoles el estatus de refugiado, al igual que en el pasado , dijo a EFE Alison Harrington, pastora de la Iglesia Presbiteriana del Sur en Tucson.
Agregó que las iglesias a través de todo el país se encuentran devastadas ante las continuas redadas del Gobierno federal de las que están siendo blanco los inmigrantes centroamericanos.
Líderes religiosos nos hemos unido para enviar un fuerte mensaje de que no toleraremos que estos inmigrantes sean enviados de regreso a sus países donde enfrenten un peligro real de muerte , aseguró la pastora, quien cree que estas deportaciones tienen una motivación política.
No se pueden estar jugando juego político al mismo tiempo que se pone en peligro la vida de mujeres y niños, no es moralmente correcto, es una vergüenza para nuestro gobierno , enfatizó Harrington, quien aseguró que la iglesia se encuentra lista para dar nuevamente santuario a quien lo necesite.
La última persona que estuvo en santuario en esta iglesia en el sur de Tucson fue Rosa Robles, una inmigrante mexicana que permaneció ahí por más de un año intentando frenar su deportación.
Tras una larga lucha legal con ICE que acaparó la atención a nivel nacional, sus abogados lograron llegar a un acuerdo el pasado mes de noviembre con el Gobierno federal que le permite quedarse en ese país.