En su informe los expertos del HSBC destacaron que, para finales de 2014, el producto interior bruto en los siete países más afectados (Egipto, Túnez, Libia, Siria, Jordania, Líbano y Baréin) será un 35% menor de lo habría sido de no haber tenido lugar la ola de revueltas populares que se inició en 2011.
"La combinación de un fuerte deterioro fiscal con una disminución de la eficacia del Gobierno, la seguridad y el derecho afectará mucho a los esfuerzos de los políticos para volver el empleo a los niveles previos a la revolución", se dice en el informe.
Según el HSBC, la previsión de crecimiento del PIB en Oriente Medio y África del Norte se situará en un 4,0% este año, mientras que el próximo año se reactivará ligeramente hasta un 4,2%. Para la comparación, el crecimiento del PIB el año pasado fue del 4,5%, y del 4,9% en 2011.
"En términos de vidas perdidas, resultados económicos fallidos y debilidad de las instituciones políticas, los costes de la primavera árabe fueron grandes y siguen aumentando", destaca.
Los analistas evaluaron no solo el daño económico directo, sino también los efectos secundarios. Entre ellos, la reducción de la inversión y la ralentización del crecimiento. Eso podría causar una mayor diferencia en desarrollo económico entre los países de la región.