Los vecinos de Beijing se quedaron el miércoles bajo techo en otra jornada de escuelas cerradas y restricciones sobre el tráfico, industria y construcción para mantener los niveles de contaminación aún más altos el miércoles, en el segundo de los tres días de alerta roja por contaminación, declarada por primera vez en la capital china.
Los automóviles con matrículas acabadas en números pares tenían prohibido circular y las escuelas y edificios en construcción permanecieron cerrados. En las calles se veían muchos menos peatones de lo normal, muchos con mascarillas blancas para filtrar el aire.
Zhao Hanxiao, de 8 años, dijo que no le importaba perderse unos días de escuela, pero estaba harta de no poder salir a jugar o visitar a sus amigos.
«Hay niebla gris por todas partes. No podemos salir de casa, no podemos hacer nada, sólo podemos quedarnos en casa, estudiar en casa, hacerlo todo en casa», dijo Zhao. Su madre, arquitecta, trabajaba estos días en el apartamento de la familia en un acomodado barrio del centro de Beijing.
Como muchos niños de la capital, Zhao ve el humo como parte de la vida cotidiana.
«La realidad es que tenemos humo», dijo. «Estoy segura de que también habrá en el futuro, porque esto es lo normal».
La vendedora de seguros y purificadores de agua Zhang Jingtie dijo que no había tenido más opción que salir a la calle, pese a las restricciones impuestas hasta el jueves, que han hecho que algunos negocios cierren durante la crisis y otros permitan a sus empleados trabajar desde casa.
«Me quedo al aire libre la mayor parte del tiempo, así que me preocupa mucho que pueda tener cáncer si sigo viviendo mucho tiempo en esta clase de aire», dijo Zhang, de 25 años. «De modo que de verdad necesitamos hacer algo para proteger el medio ambiente».
El martes se detectaron 3.690 vehículos que incumplían la norma de que sólo podían circular los autos con matrícula impar y muchos volvieron a desafiar las prohibiciones el miércoles. Algunas escuelas decidieron abrir pese a la orden de la junta educativa de que permanecieran cerradas hasta el jueves.
Los niveles de polución registrados a mediodía estaban en su mayoría entre 250 y 300 en el índice de calidad de aire de la ciudad, lo que podría apuntar a que las restricciones tenían efecto. La alerta se declaró por una previsión el lunes de que los niveles superarían el 300 durante tres días seguidos.
El índice está muy relacionado con los niveles de las peligrosas micropartículas PM2,5, que al mediodía alcanzaron una concentración de entre 200 y 250 microgramos por metro cúbico en el centro de la ciudad, lo que supone entre 8 y 10 veces el nivel de seguridad recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Aunque muchas otras ciudades en China y otros lugares del mundo suelen experimentar niveles de polución aérea aún mayores que los de Beijing, la última crisis en la capital china ha provocado su primera alerta roja, enmarcada en un sistema de alertas y restricciones introducido hace dos años para combatir la persistente contaminación.
Las autoridades locales no activaron la alerta roja a principios de diciembre, cuando la concentración de PM2,5 llegó a ser de 40 veces el nivel de seguridad marcado por la OMS. Esa decisión fue muy criticada después.
Una bruma gris envolvía los emblemáticos monumentos de la ciudad, las máscaras para filtrar el aire subían de precio en las tiendas y los comercios de alimentación promocionaban el jugo de pera, un remedio tradicional chino para los pulmones.
Algunos vecinos se han ido de la ciudad aprovechando los cierres de escuelas para viajar a lugares con menos contaminación, como la sureña Kunming, al pie del altiplano tibetano.
La peligrosa nube de humo cubre buena parte de las llanuras del norte de China, entre el mar de China Oriental y las montañas del oeste.
Ha persistido pese a la prioridad declarada del gobierno de superar el legado de polución dejado por años de rápido crecimiento económico. La mayoría de la nube turbia se atribuye a centrales eléctricas de carbón, emisiones de vehículos, construcción y fábricas.
China, el mayor emisor de dióxido de carbono del mundo, tiene previsto reducir las peligrosas emisiones de las centrales eléctricas de carbón en un 50% durante los próximos cinco años y ha señalado que tiene previsto que sus emisiones toquen techo en torno a 2030 antes de empezar a reducirse.
BEIJING (AP)