En Honduras existe desplazamiento interno y externo de población por amenazas, intimidaciones, asesinatos, extorsión, violaciones de mujeres y niños y un ambiente de miedo e inseguridad como resultado de las actividades de las pandillas, alertó el relator de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
«Aunque las causas son muy diferentes a las que resultan de los conflictos o desastres observados en otros países, el impacto en la vida de los afectados no es menos catastrófico», se lee en un informe hecho público el viernes por Chaloca Beyani tras una visita al país centroamericano de cerca de ocho millones de habitantes.
Beyani dio por buena una cifra del gobierno de Honduras que calcula que los desplazados internos son alrededor de 170.000, «a la vez que reconoce que los números reales podrían ser mucho más altos» ante la «falta de datos integrales incluso acerca del lugar donde se ubica la población desplazada, sus necesidades y problemas de protección».
«Las medidas por parte del gobierno aún están en pañales», subrayó el relator.
Beyani señaló además que las pandillas han tomado el control efectivo de algunos barrios y colonias de Tegucigalpa, la capital, y San Pedro Sula, la segunda ciudad más poblada del país. Añadió que tales pandillas operan «casi con absoluta impunidad» y que el sistema de justicia no está cumpliendo su papel.
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Según el Ministerio Público, el índice de impunidad supera 90% de los crímenes cometidos.
De acuerdo con datos de Naciones Unidas, Honduras ha registrado desde 2010 los índices de homicidios más altos del mundo sobre los que existen registros, situándose en índices de entre 65 y 91 homicidios por cada 100.000 habitantes cifras sólo superadas por países en guerra abierta. Es también el segundo país más pobre de América, tras Haití.
El informe también denunció que «los adolescentes pueden ser presionados o reclutados a la fuerza por las pandillas aún dentro del entorno escolar» y señaló que se les fuerza a transportar armas y drogas.
«La única opción para escapar de la influencia de las pandillas y la criminalidad es dejar sus hogares», describió Beyani.
El panorama que ofrece el relator de Naciones Unidas es desolador. Según el informe, en muchas ocasiones las víctimas de las pandillas no acuden a la policía debido a temores legítimos de que las pandillas y otros grupos criminales tengan nexos con la policía y que el denunciar crímenes pueda poner en riesgo sus vidas.
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Las pandillas pelean por el control de territorio para desarrollar actividades ilícitas como cobro de extorsiones y tráfico de drogas. Se implantaron en América Central en la década de 1990 cuando Estados Unidos decidió deportar a sus países de origen a jóvenes indocumentados que habían aprendido las técnicas delictivas en aquel país, especialmente en el área de Los Ángeles. El tráfico de drogas que manejan tiene como destino principal Estados Unidos.
En los últimos años, decenas de miles de hondureños han tratado de emigrar a Estados Unidos sin la documentación adecuada, huyendo de la violencia y en busca de las oportunidades que no tienen en su país. Muchos son detenidos en la frontera y deportados a su país. Para estos casos, el relator señala que la etiqueta de migrante económico se utiliza con demasiada frecuencia y no se toman en cuenta las circunstancias de amenazas, temor y falta de opciones a las que se enfrentan los desplazados internos.
MEXICO (AP)