Utilizando el análisis genómico, un equipo de investigadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Ministerio de Salud de Sierra Leona (África) y el Centro de Control de Enfermedades de EE.UU. ha descubierto que una mujer en Liberia contrajo el virus del ébola a principios de este año tras mantener relaciones sexuales con un hombre superviviente de la enfermedad. Los resultados han sido publicados en la revista The New England Journal of Medicine.
El trabajo ha analizado, en 93 hombres supervivientes del ébola en Sierra Leona, la persistencia del patógeno en fluidos corporales distintos a la sangre, estableciendo la conclusión de que concretamente el semen aún permanece infectado -con genes de virus- tras pasar 9 meses desde los primeros síntomas de contagio. Las muestras de semen revelaron que el 65% de los hombres daba positivo a los 6 meses, el 26% a los 9 meses y un individuo seguía dando positivo pasados los 10 meses.
Según la OMS el periodo de seguridad sexual debe ampliarse hasta que el semen dé negativo en dos pruebas de detección del virus. Además, las parejas sexuales también deberían abstenerse de mantener cualquier tipo de contacto sexual o practicar sexo de forma completamente segura, esto es, mediante el uso de preservativos. En el caso de no poder realizarse la prueba, este organismo recomienda prolongar la utilización de preservativos aunque, hasta ahora el periodo recomendado era 6 meses y está claro, a la luz de los resultados, que habrá que reformular estas consideraciones y ampliar el tiempo de contacto sexual seguro.
Los datos de la investigación demuestran la persistencia del ARN del virus en el semen más tiempo del que se pensaba; sin embargo, no hay evidencia de que esta positividad se asocie con la capacidad del virus para infectar. Aunque se han registrado casos de ébola por transmisión sexual, lo cierto es que son raros. El riesgo de contagio por esta vía es poco conocido y está siendo investigado, explican los autores.
La tenacidad del virus, aparte de en el semen, también se ha identificado en el líquido de los ojos, el cerebroespinal, el amniótico y la leche materna.
Agencias