Conocé a la niña de 14 años que se prepara para ir a Marte

La primera vez que Alyssa Carson recuerda haber escuchado sobre Marte fue durante una conversación con su papá, a los 3 años.

“Me dijo que mi generación sería la primera en llegar a ese planeta, y desde entonces quise convertirme en astronauta. Comencé a ver videos, a leer libros y a recolectar cualquier cosa que se relacionara con el asunto. Cuando mi papá se dio cuenta de que no desistía de la idea de formar parte de la Nasa, a los 7 años me inscribió en mi primer campamento espacial”, comenta la joven, de 14 años, desde su casa en Luisiana (Estados Unidos). 

Desde entonces no hubo vuelta atrás: Alyssa es hoy la única escolar en haber completado tres campamentos de entrenamiento organizados por la agencia espacial estadounidense, visitado los 14 centros de la institución en el mundo y una de las pocas niñas en contar con un seudónimo oficial para futuras misiones. Escogió ser conocida como Blueberry (arándano, en inglés).

“A los 9 años conocí a Sandra Magnus, quien ha estado tres veces en el espacio; me confesó que desde chica supo a lo que quería dedicarse. Eso me ayudó a reforzar mi idea. También he conversado con tres personas que pisaron la Luna, una docena de otros astronautas y con el administrador de la Nasa, Charlie Bolden”, explica.
 
En cuanto a su entrenamiento, la joven ha tenido la oportunidad de “trabajar reparando aviones F-18, subir a simuladores espaciales, aprender sobre las naves espaciales comerciales y conocer cómo avanza la construcción del transbordador (para el futuro lanzamiento de cohetes) SLS”.
 
Programa intensivo

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El objetivo final de Alyssa es ser una de las tripulantes de la misión hacia Marte que la Nasa tiene prevista para el 2033, un sueño que cuenta con apoyo directo de la agencia. “La Nasa toma muy en serio a los escolares como Alyssa. Su base para convertirse en astronauta es muy sólida, lo que ciertamente ayuda para un eventual viaje a Marte. Está haciendo todo de forma correcta”, dijo durante una entrevista el portavoz de la institución estadounidense, Paul Foreman.

Para seguir con su entrenamiento, en los próximos años la escolar continuará certificándose como buzo y comenzará con clases introductorias que la ayuden a convertirse en piloto de aviones.

“Voy a empezar con un programa de ejercicios más intensivo, que me ayude a desarrollar más fuerza en la parte superior del cuerpo. Mis piernas hasta ahora están bien porque he jugado fútbol la mayor parte de mi vida”, cuenta. El deporte es otra de las actividades que también llenan la agenda de Alyssa, quien además toca piano.

“Mucha gente me pregunta cómo hago para coordinar tantas cosas, pero no tengo una respuesta. Cuando empecé a ir al colegio, mi papá me enseñó sobre gestión del tiempo, así que supongo que eso me ayuda a adelantarme a lo que viene”, comenta Alyssa, quien también está aprendiendo a hablar francés y chino. Gracias al programa de inmersión temprana de su colegio, el español lo domina desde 1.° básico.

Todos estos esfuerzos –dice– son pequeños pasos que la acercan cada vez más al planeta rojo.

“Aunque es muy difícil dejarla partir –existe la posibilidad de que las primeras personas en colonizar Marte no regresen a la Tierra–, entiendo que esto es algo que alguien debe hacer en favor de las personas. Es un sueño por el que ella ha dado su vida”, reflexiona su papá, Bert Carson.

¿Un viaje sin retorno?

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Los científicos han señalado que viajar a Marte es posible. Sin embargo, es sabido que los riesgos de hacerlo son muchos, como lo supondría la visita a cualquier campo inexplorado por el hombre.

El nivel de radiación que hay en la superficie del planeta rojo es bastante alto, tanto que estar allí por unos meses sería como hacerse una radiografía cada cinco días. Además, sus temperaturas van desde la absoluta congelación hasta los 130 grados centígrados.

MARGHERITA CORDANO
‘El Mercurio’ (Chile)/GDA