Los divorciados que se vuelven a casar forman parte siempre de la Iglesia y no deben ser tratados como excomulgados, dijo ayer el papa Francisco en vísperas del sínodo de octubre dedicado a la familia.
El Pontífice recordó que el divorcio contradice el sacramento cristiano, pero consideró que es necesaria una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, hacia los bautizados que establecieron una nueva relación tras el fracaso de un matrimonio sacramental.
Esas personas no están excomulgadas, como algunos piensan: ellas forman parte siempre de la Iglesia, insistió Francisco durante su tradicional audiencia del miércoles en la Sala Pablo VI, provocando aplausos de los asistentes.
El Papa también cuestionó: ¿Cómo podemos pedirle a estos padres educar a los hijos en la vida cristiana si están alejados de la vida de la comunidad?
La Iglesia, añadió, siente el deber de discernir bien las situaciones, diferenciando entre quienes han sufrido la separación y quienes la han provocado.
A finales de junio, Jorge Mario Bergoglio ya había mostrado su pragmatismo respecto al divorcio, considerando que en ocasiones es inevitable.
La Iglesia actualmente predica que esos católicos no pueden recibir la comunión a menos que se abstengan de tener relaciones sexuales tras divorciarse, dado que su primer matrimonio aún es válido ante los ojos de la comunidad religiosa.
Obispos progresistas han estado buscando un cambio y Francisco ha dado indicios de que también se inclina por una posición más moderada, y que quiere que el sínodo que se realizará en octubre brinde propuestas al respecto.
Sin embargo, el Papa recomendó en marzo pasado no tener expectativas desmedidas respecto al resultado del sínodo sobre la familia.
El tema es especialmente espinoso en los países del sur, opuestos a cualquier cambio y enfrentados a una línea más moderna, que aspira a conseguir una cierta apertura.
Excelsior