El exotismo ártico de Pyramiden, un asentamiento situado en un fiordo de la isla noruega de Spitzberg, en el corazón del archipiélago de Svalbard, es un pueblo fantasma que está renaciendo tras muchos años de declive del turismo.
Pese a que en invierno el pueblo minero de Pyramiden está deshabitado, cada vez más turistas visitan la isla de Spitzberg durante la temporada turística, Pyramiden se ha convertido en una rareza muy popular entre los turistas que llegan al archipiélago de Svalbard para contemplar sus montañas, fiordos y glaciares.
En 2007 uno de los edificios vacíos se convirtió en un hotel con 24 habitaciones. Este verano ocho ciudadanos rusos y dos guías han sido empleados en Pyramiden para tener cuidado del edificio, el generador eléctrico y la instalación de agua, que funciona con carbón.
Pavel Arjárov, un estudiante de fotografía de 26 años que ayuda al guardia de la ciudad, Alexánder Romanovski, a dar la bienvenida a los turistas cuando desembarcan, asegura que no cree que este pueblo abandonado sea deprimente. «Es un lugar armónico, muy tranquilo», indica.
El pueblo minero de Pyramiden, abandonado en 1998, sigue siendo propiedad de la empresa rusa Arktikúgol.
Antes de la disolución de la URSS 1.200 ciudadanos soviéticos vivían en el pueblo, donde había edificios de cuatro pisos, un hospital, escuelas y hasta una granja con vacas y gallinas.
Sin embargo, la década de los 90 se cebó con la Unión Soviética y, consecuentemente, con Pyramiden, de manera que la mina fue cada vez menos rentable y llegó un momento en que Moscú no pudo pagar los salarios con regularidad. En 1998 la compañía cerró y los residentes locales abandonaron el lugar.