El servicio del transporte público de pasajeros comenzó a normalizarse el viernes luego de cuatro días de un paro forzado por las pandillas para presionar al gobierno a sentarse a negociar una nueva tregua y que sus cabecillas que guardan prisión en una cárcel máxima seguridad pasan a un sistema penitenciario general.
En tanto los policías y militares armados con fusiles, algunos de ellos con los rostros cubiertos por pasamontañas, seguían en las calles de la capital, y los vehículos militares Humvee equipados con armas de grueso calibre circulaban en San Salvador y se habían apostado en las principales carreteras para garantizar que no se interrumpa el servicio.
El presidente de la Asociación del Transporte Público de Pasajeros Roberto Soriano informó que «al menos el 90% de las unidades ya están trabajando, pero mañana (sábado) todo estará completamente normal».
El viceministro de Transporte, Nelson García, dijo durante una entrevista con la Televisión Nacional, que «el servicio tiende a normalizarse, ya se restableció el servicio en la mayoría de la franja norponiente de Salvador». Añadió que solamente dos rutas no están trabajando en la capital.
García dijo que el Plan de Contingencia puesto en marcha el jueves continuará con la presencia de la policía y de la fuerza armada en las calles y las terminales de buses, así como también con el acompañamiento dentro de las unidades para garantizar la seguridad de los pasajeros y del personal del transporte.
Los autobuses, camiones y pick up del gobierno continúan dando el servicio de transporte a la población en la zona metropolitana de San Salvador.
El empresario del trasporte, Elizardo Lovo confirmó que ellos pararon porque una de las dos pandillas con mayor presencia en el país, el Barrio 18 los amenazaron con matar a los choferes. Las amenazas llegaron por intermediarios, según dijo.
«Lo que ellos quieren es que sus cabecillas salgan de la cárcel de máxima seguridad», afirmó Lovo en entrevista con la televisión local.
SAN SALVADOR, El Salvador (AP)