Piden a milicianos de al-Qaida que cesen la lucha

BAGDAD (AP) — El primer ministro iraquí pidió el miércoles a todos los que se unieron a al-Qaida y están sitiados ahora por el ejército en la provincia occidental de Anbar que cesen su lucha, dando a entender un posible perdón si los insurgentes abandonan las armas.

En su alocución semanal televisada, Nuri al-Maliki prometió el miércoles continuar la «guerra santa» contra la rama local de al-Qaida, el Estado Islámico de Irak y el Levante, y reconquistar las ciudades de Faluya y Ramadi, capital de la provincia de Anbar, ocupadas por los milicianos desde el mes pasado.

«Pido a los que fueron atraídos a formar parte de la maquinaria terrorista encabezada por al-Qaida que recuperen la cordura», dijo al-Maliki.

A cambio prometió que su gobierno abrirá «una nueva página para zanjar sus casos a fin de que no sean el combustible en la guerra que es encabezada por al-Qaida.»

Los avances logrados por los milicianos en la provincia de Anbar, mayoritariamente suni y donde las fuerzas estadounidenses encararon durante años una enconada resistencia, han sido los mayores desafíos al gobierno encabezado por los chiíes desde la partida de los soldados de Estados Unidos a fines del 2011.

Los enfrentamientos ocurrieron desde fines de diciembre en Anbar mientras las fuerzas iraquíes y las tribus suni progubernamentales combaten contra los milicianos afiliados con al-Qaida para intentar ocupar de nuevo Faluya y partes de Ramadi.

El martes, el gobierno iraquí anunció la muerte de 25 milicianos ligados a al-Qaida en un bombardeo en las afueras de Ramadi. El Ministerio de Defensa no dio más detalles sobre cómo confirmó la cifra de muertos, pero mencionó informaciones de inteligencia. No fue posible verificar la versión de los militares.

El bombardeo ocurrió tras los enfrentamientos a 20 kilómetros (12 millas) al oeste de Faluya, tras la captura de un oficial del ejército y cuatro soldados en esa zona el lunes, dijo a The Associated Press el vocero provincial Dhari al-Rishawi.

El miércoles, la vida en Faluya parece haber vuelto a cierta normalidad, aunque la situación sigue siendo tensa.

Los altavoces de una mezquita pidieron el martes por la noche a las familias que huyeron que vuelvan y que los milicianos abandonen la ciudad. Algunos mercados reanudaron sus actividades y algunas familias regresaron a sus casas, y automóviles civiles y camiones circularon por la ciudad, mientras algunos policías dirigían el tránsito.

Las tensiones han permanecido latentes en Irak desde diciembre del 2012 cuando la comunidad suni realizó protestas para denunciar lo que considera un trato de segunda clase por el gobierno de al-Maliki encabezado por los chiíes.

La situación empeoró el mes pasado en Anbar tras la detención de un legislador suni buscado por acusaciones de terrorismo, tras desmantelar el gobierno un campamento de protesta suni en Ramadi.