Por sus estrechas y trajinadas calles corretean gallinas y a sus costados se apiñan tiendas de barrio, pequeños talleres, una iglesia católica y un templo evangélico. Parece un típico pueblo de la selva boliviana a no ser por los «taxis» humanos que hacen mandados por unas monedas, pero es el pabellón abierto de la cárcel de Palmasola, donde viven hacinados unos 4.000 reos a quienes el papa Francisco visitará el 10 de julio.
Francisco permanecerá una hora en esta cárcel en las afueras de Santa Cruz, a unos 540 kilómetros al este de La Paz, donde en agosto de 2013 murieron 34 presos y un niño de dos años en una reyerta entre reos por el control del pabellón PC-3, que aloja a los más violentos.
El coordinador nacional de la visita pontificia, monseñor Aurelio Pesoa, dijo que las actividades incluyen el testimonio de otro preso, un discurso del padre Da Silva y finalmente un discurso y oración de Francisco. «No está prevista ninguna otra actividad, como almorzar con los reos o recorrer los pabellones, pero puede darse alguna cosa fuera de programa, conociendo al papa Francisco», dijo Pesoa a The Associated Press.
Según la Federación Iberoamericana de Ombudsman, de los 10 países del mundo con más hacinamiento, cuatro son de América Latina. La lista está encabezada por Haití.
El narcotráfico ha llenado más las cárceles. Hace dos años un promedio de seis personas eran detenidas por día por traficar cocaína, en 2014 el promedio fue de 9, según estadísticas del Gobierno. La mayoría son pequeños traficantes.
El gobierno ha puesto en marcha un plan de amnistía por la llegada del Papa, pero pocos pueden acogerse al indulto ya que el 84% de los detenidos no tienen sentencia, son «detenidos preventivos». Muchos presos redactan estos días petitorios al pontífice para que interceda ante el gobierno para ampliar el beneficio.
LA PAZ, Bolivia (AP)