Miles de personas «indignadas» marcharon en Tegucigalpa para exigir al presidente Juan Orlando Hernández que solicite a las Naciones Unidas la llegada de una comisión internacional que combata la impunidad y la corrupción en Honduras por considerar que su gobierno es incapaz de hacer esa tarea.
La muchedumbre caminó unos cinco kilómetros tras concentrarse en la populosa colonia Kennedy y llegó a las cercanías de la Casa Presidencial, donde seis de sus líderes cumplieron cinco días de huelga de hambre. Allí acampan rodeados de vallas metálicas y más de 100 soldados y policías con máscaras antigases.
Su exigencia es que el gobierno instale en Honduras una Comisión Internacional contra la Impunidad para investigar el saqueo de más de 100 millones de dólares en el Seguro Social. El caso, uno de los mayores escándalos de corrupción del país, salpica a empresarios y políticos, incluso al propio presidente, quien reconoció que su campaña electoral en 2013 recibió dinero procedente del desfalco, pero sin saberlo.
Hernández ha sostenido no tener «nada que ver con la corrupción» y ha alertado que grupos de poder y políticos podrían utilizar las marchas por intereses particulares.
«Estamos en las calles porque tenemos hambre de justicia», dijo a The Associated Press Gabriela Blen, lideresa de los manifestantes. «Y el gobierno se metió con la generación equivocada porque no estamos dispuestos a seguir soportando a los malos políticos».
«Hernández no quiere hablar con nosotros, dice que somos inexpertos, aunque nuestro movimiento nació de las entrañas del pueblo y es inédito y genuino», agregó.
El presidente ha criticado a algunos políticos opositores porque tienen juicios pendientes por corrupción y participan en las marchas.
Los jóvenes agrupados en la llamada Oposición Indignada rechazaron un diálogo que el mandatario propuso a la sociedad civil, sin incluir a los indignados, ante los reclamos de los movilizados en las calles. La iniciativa no interesa a éstos pese a estar orientada a crear un presunto sistema integral contra la corrupción con apoyo de asesores extranjeros.
«No damos importancia al mandatario porque todas las instituciones hondureñas son frágiles y manipuladas por el gobierno», agregó Blen. «Lo único que el presidente ha hecho bien es unir al pueblo en su contra».
Cuando hay movilizaciones de los indignados, el gobierno convoca a sus simpatizantes a acciones similares. Hasta ahora no ha habido choques entre ambos grupos.