Acisclo Rentería salió del anonimato para convertirse en un héroe en Colombia luego de rescatar con vida a una mujer y su bebé que habían sufrido un accidente aéreo en la selva.
«La verdad es que sí me considero un héroe», dijo Rentería el jueves en una extensa entrevista telefónica con The Associated Press, un día después de salvar la vida de María Nelly Murillo y su pequeño hijo de menos de un año.
En compañía de un par de rescatistas, Rentería se internó el miércoles en la selva del departamento de Chocó para tratar de llegar hasta el sitio del siniestro, ocurrido el sábado, y notó que la mujer había dejado huellas como pequeñas ramas. «Aquí va ella», pensó.
Luego vio que unas moscas rodeaban algo, se acercó con sus compañeros y de pronto escucharon una voz femenina que pedía auxilio.
Era Murillo en muy mal estado luego de pasar cuatro días sin comer. Cuando vio a Rentería trató de pararse para abrazarlo. «Mami, mami, con calma que es la Cruz Roja Colombiana que te está rescatando», le dijo Rentería.
La mujer empezó a temblar y alcanzó a pedir agua. Rentería tomó al niño en brazos y se aseguró de que estuviera bien. Le limpió la boca, lo abrigó con su overol y no lo soltó hasta que llegaron a Quibdó, la capital de Chocó y a 305 kilómetros al noroeste de Bogotá.
Una media hora después del encuentro y luego de los primeros auxilios Murillo empezó a pedir comida.
Mientras las aeronaves de la Fuerza Aérea recogían al equipo de rescatistas en la selva, Murillo tuvo varias horas para contarle a Rentería qué había pasado. Le dijo que la avioneta traía un bulto de coco y unas 500 libras de pescado fresco y que ella terminó totalmente apretada en el interior del aparato.
Cuando la avioneta se fue a tierra Murillo quedó desorientada por el golpe, pero así y todo logró salir de la nave. De pronto notó que le faltaba su hijo y regresó por él. Antes de llevarlo a un riachuelo para bañarlo vio al piloto muerto.
La mujer empezó a caminar sin rumbo fijo. Una de las noches que pasó en la selva se encontró con un animal y decidió volver a la avioneta para conseguir un machete, matarlo y alimentarse. No pudo porque la noche la desorientó.
Terminado su relato, Murillo le dijo a Rentería que sólo quería estar con su hijo y su madre y le pidió que fuera el padrino del bebé. «El niño estaba tranquilito y va a ser mi ahijado. Ella me lo dijo en la selva: que yo iba a ser el padrino del niño», relató el rescatista, que no tiene trabajo fijo.
Cuando se quedó solo en el aeropuerto de Quibdó una vez que se llevaron a Murillo y a su hijo, recordó Rentería, «le di gracias a mi Diosito» por haberlos salvado porque «una cosa es contar y otra cosa es ver» la selva en la que estuvieron perdidos.
Su teléfono no ha dejado de sonar desde la madrugada del jueves. No tiene duda de que lo que vivió en las últimas horas fue casi un milagro.
Un milagro del que también formaron parte el coronel Héctor Carrascal y el mayor Christian Mejía, dos de los oficiales de la Fuerza Aérea que dirigieron las aeronaves del operativo de rescate en Chocó.
Mejía le dijo a AP que en los 15 años que lleva en esa fuerza esta fue la primera vez que participó en un operativo de rescate de sobrevivientes de un accidente aéreo.
Murillo y su hijo serán trasladados el jueves de Quibdó a Medellín, la segunda ciudad de Colombia, para recibir tratamiento en un centro médico de primer nivel.
BOGOTA, Colombia (AP)