Más de mil personas que huyen de las persecuciones en Mianmar y la pobreza en Bangladesh llegaron el viernes a las costas en diferentes partes del sudeste de Asia, en una nueva ola de migrantes que llegan a países donde claramente no son bienvenidos.
Débiles, hambrientos y deshidratados, la mayoría de los migrantes llegaron apiñados en tres embarcaciones que pescadores indonesios remolcaron a las costas. Otros 106 fueron hallados el jueves en una isla tailandesa y trasladados al sector continental, dijeron las autoridades.
En su primer comentario oficial mientras la crisis se intensificaba en las dos últimas semanas, el gobierno de Mianmar (antiguamente Birmania) advirtió que no recibirá a ningún migrante que diga pertenecer a los rohingas, una minoría musulmana a la que se niega la ciudadanía en Mianmar y de hecho apátrida.
«No podemos decir que los migrantes sean de Mianmar a menos que podamos identificarlos», afirmó el vocero del gobierno Ye Htut. «La mayoría de las víctimas del tráfico de seres humanos dicen ser de Mianmar porque les resulta fácil y conveniente».
Otro funcionario, el mayor Zaw Htay, dijo que Mianmar «no asistirá a una reunión regional organizada por Tailandia si se menciona ‘rohinga’ en la invitación». Aun ese nombre es tabú en Mianmar, que los llama bengalíes e insiste en que son inmigrantes ilegales de Bangladesh, pese a que los rohinga han vivido durante generaciones en la nación de mayoría budista.
Tailandia ha convocado a una reunión de altos funcionarios para el 29 de mayo, pero los comentarios de Mianmar reflejan las dificultades de resolver la creciente crisis humanitaria.
Durante años, el sudeste del Asia ha tratado de ignorar la suerte de los 1.300.000 rohinga en Mianmar, pero ahora está enfrentado a un dilema. En los tres últimos años, más de 120.000 rohinga han abordado barcos para huir a otros países después de pagar elevadas sumas a los traficantes.
Sin embargo, después de arrestos y otras medidas regionales, algunos capitanes y traficantes han abandonado los barcos y han dejado a los migrantes librados a su propia suerte, según trabajadores de asistencia y grupos defensores de los derechos humanos.
Se cree que la mayoría se dirige a Malasia, una nación musulmana que ha recibido a más de 45.000 rohinga a lo largo de los años, pero que ahora dice no poder aceptar más. Indonesia y Tailandia han expresado posiciones similares.
A principios de semana, unos 1.600 migrantes fueron rescatados por las armadas de Malasia e Indonesia, pero ambos países han rechazado otras embarcaciones. No estaba en claro si los que llegaron a las costas el viernes habían sido rechazados anteriormente.
YAKARTA, Indonesia (AP)