En Estados Unidos un obispo de la congregación mormona de los Santos de los Últimos Días, dio una dura lección a sus seguidores. Para el día de Acción de Gracias se disfrazó, con ayuda de un artista del maquillaje, de méndigo y se presentó a su iglesia donde, en vez de demostrar amor y compasión por el prójimo, ni siquiera lo saludaron, le dieron monedas y hasta le pidieron que se retirara del local ubicado en Taylorsville, un suburbio de Salt Lake City.
El gran susto para los fieles fue cuando caminó hacia el púlpito y se quitó la barba, peluca y anteojos.
El obispo David Musselman, dijo que su intención no era avergonzar a los fieles, sino recordarles ser amables con todas las personas en los caminos de la vida, no sólo en los días festivos.