El Museo de Orfebrería de La Habana Vieja es el hogar de elevados arcos coloniales, pisos con vistosas ilustraciones y cinco de los perros callejeros más afortunados del mundo.
Más de una decena de instituciones gubernamentales, desde el Banco Central de Cuba hasta un baño público, han acogido a perros callejeros en los últimos años, asignándoles identificación oficial y casa, además de otorgarles cuidados médicos todo el año y protección de la perrera de la ciudad, indicaron autoridades de protección animal.
Pese a las capturas efectuadas por la protección estatal, las más de dos decenas de ex perros callejeros disfrutan de un estatus casi oficial, fundamentado en el frecuente pretexto de que trabajan como elementos de seguridad.
La ley cubana que prohíbe la presencia de animales en sitios de trabajo incluye una excepción para perros de guardia, y este resguardo legal para los ex perros callejeros recibió un impulso cuando una perra en una oficina gubernamental del este de La Habana despertó a ladridos a un guardia luego de que escuchó a alguien intentar retirar los equipos de aire acondicionado de las ventanas, señaló Nora García, presidenta de la Asociación Cubana para la Protección de Plantas y Animales.
La adopción de perros callejeros por algunas de las más ilustres instituciones de La Habana es impulsada principalmente por el cariño de los guardias a los animales y su deseo de compañía durante los largos turnos en una ciudad con poca delincuencia.
Los perros en La Habana Vieja se benefician de la presencia de decenas de restaurantes gubernamentales que donan sus sobras para los animales, algunos de los cuales están casi obesos.
LA HABANA (AP)