La Haya, 3 jul (EFE).- Las autoridades holandesas anunciaron este viernes la detección del coronavirus en otra granja de visones en el sureste de Países Bajos, en la misma región donde los mustélidos criados en otras 17 granjas dieron positivo en la COVID-19, y serán sacrificados para evitar el riesgo de contagio a humanos.
El Ministerio holandés de Salud Pública y el de Agricultura optaron por sacrificar a toda la población de visones contagiados, por temor a que el coronavirus permanezca circulando dentro de las instalaciones y convierta estas granjas en "reservorios" del virus, lo que supondría un riesgo directo para la salud de los humanos y del resto de animales cercanos.
Al menos dos empleados de dos granjas diferentes dieron positivo en la COVID-19, en las que serían los dos primeros contagios de animal a humano confirmados en el mundo desde comienzos de la pandemia, lo que alarmó a las autoridades holandesas y aceleró la decisión de sacrificar a estos mustélidos criados para la industria peletera.
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En un principio, las autoridades optaron por prohibir a nivel nacional el transporte de visones y de su estiércol durante un tiempo, y después intensificaron las medidas impidiendo las visitas a los establos y reforzando los protocolos de higiene, pero eso no evitó los contagios.
Las autoridades holandesas detectaron el coronavirus en las granjas de visones a finales de abril, cuando los cuidadores observaron problemas respiratorios y gastrointestinales entre estos mustélidos.
Una práctica prohibida
La crianza de visones estará prohibida a partir de enero de 2024 después de una decisión del Tribunal Supremo, que cuestionó en 2013 la moralidad de cuidar de estos animales para después despojarlos de su pelaje, y ahora los criadores pueden pedir una compensación al Estado por los animales sacrificados si deciden cerrar su negocio.
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En Países Bajos hay unas 130 granjas de cría de visiones, con más de 800.000 de estos mustélidos, criados para el sector peletero, una práctica que algunos partidos holandeses trataron de eliminar desde 1989, alegando cuestiones éticas y para garantizar el bienestar animal.