Praga, 25 may (EFE).- La República Checa entró este lunes en su última fase de desescalada de restricciones a la vida económica y social impuestas por el coronavirus, lo que significa la reapertura de piscinas y de los recintos cerrados de los locales de hostelería y gastronomía.
La otra novedad es el levantamiento de la obligación de usar mascarilla al aire libre, quedando preceptiva en el transporte público, tiendas y otros espacios cerrados.
Sin embargo, las mascarillas seguían viéndose hoy en muchos transeúntes por la calles, que evidentemente la llevaban como precauciones voluntaria contra la COVID-19, en un país que desde un principio se tomó muy en serio el uso de esta prenda protectora.
Castillos y palacios también reabren sus puertas, dos meses después del teórico comienzo de temporada (1 de abril), así como los pabellones cubiertos de parques zoológicos y jardines botánicos.
Transporte
También desde hoy vuelven a operar servicios de taxi y se permiten asimismo actos colectivos, incluidos los religiosos o culturales en teatros o cines, siempre que no superen un máximo de 300 personas y los asistentes que no sean miembros allegados mantengan un distanciamiento físico de dos metros.
Al mismo tiempo, los colegiales de primaria (hasta 10 años de edad) han vuelto este lunes a las aulas en grupos reducidos, de un máximo de 15 alumnos.
Aunque está en vigor la apertura de las fronteras del país centroeuropeo, los checos que no viajan diariamente por trabajo a países vecinos no pueden aún entrar libremente en Eslovaquia o Alemania, debido a las restricciones que aún rigen en esas naciones vecinas y que obligan en cualquier caso a presentar un test negativo de coronavirus.