Al ver el nombre de Paul Thomas Anderson como director y escritor en una película, brinca un buen entusiasmo por conocer su nueva obra. Lastimosamente, eso se va bajando drásticamente a medida que avanza Licorice Pizza, su último proyecto y por el cual hasta obtuvo nominaciones al Oscar.
Alana y Gary es una «pareja» bastante distinta de lo que uno espera ver en la pantalla grande. Esta historia con semblante coming-of-age, pero sin serlo específicamente, nos sitúa a ver a ambos recorrer distintos momentos en Los Angeles de 1973; un viaje nostálgico que tiene mayor eco para los que conocen más de ese entorno.
Con esto me refiero a que Licorice Pizza parece abrazar a los que reconocen el aura de la época; pero para aquellos que por más cinéfilos que seamos no estamos tan familiarizados, se siente que nos deja un poco aparte.
Esto es muy al contrario de lo que se percibe en Once Upon a Time In Hollywood, de Quentin Tarantino, que siendo en esos años (69), el espectador rápidamente se deja llevar por su encanto, además de una historia envolvente y entretenida. Ambas características, prácticamente no se ven en el filme de Anderson.
Hizo falta más química en Licorice Pizza
Otro problema que se me hizo fundamental en este filme es que Alana y Gary, por más que tengan tela para cortar en cuanto a personalidades interesantes por explorar; no se hacen tan relevantes en sí.
Es cierto que tienen esa chispa del interés mutuo, del despertar sexual y del amor, del cinismo de la adolescencia y las frustraciones de la adultez temprana; pero ninguna de estas manifestaciones se mantiene lo suficiente como para terminar de convencer de que vale la pena seguir cada una de sus aventuras.
Cuando digo aventuras es porque realmente así se ven. Gary es un joven de 15 años con bastante dinero, lo suficiente como para crear empresas sin mayor dificultad.
Desde mi parecer eso le quita realismo, pero ok, por si no fuese poco, tenemos a Alana de 25 años; que por mucho que se sienta decepcionada de la vida y Gary es alguien que puede ser su trampolín a algo mejor, nunca cierra mucho la idea de que ella sienta toda esa atracción por él.
No es que sea imposible, sino que el largometraje aunque nos acerca a ambos, realmente no nos cuenta mucho de quiénes son en realidad.
Veredicto
Siento que Licorice Pizza es una película que se infló por la crítica y que ni con los cameos de Sean Penn o Bradley Cooper, por mencionar a algunos; la rescata de ser un producto medianamente entretenido, pero que no te queda rebotando mucho en la cabeza.
Quizás soy yo que simplemente no entendí y no conecté con la misma, porque sé de críticos que admiro mucho que dicen es una de las mejores películas del año. Sin embargo, para este servidor, Licorice Pizza ni con el gran Jonny Greenwood para su banda sonora, logra impresionar con lo poco que quiere contar.