Emilia Pérez ha sido un tema polémico en el ámbito del cine y es entendible su razón. Es un filme del director francés Jacques Audiard, escrita y dirigida por él; quien dijo que no necesitaba saber tanto de México para hacer una obra sobre situaciones complicadas de ese país.
No tengo nada en contra de la audacia en cualquier expresión artística. De hecho, es importante que resaltemos que atreverse a buscar temas que afecten fibras emocionales o culturales, es parte de lo que el arte debe ser: transgresor. El problema entonces no radica -únicamente- en que Emilia Pérez busque ser «rompedora de esquemas», es que su planteamiento de principio a fin es un verdadero fiasco.
Tenemos la historia del criminal narcotraficante, «Manitas», un hombre que ya no quiere seguir en el bajo mundo y quiere otra vida; específicamente de encontrar su verdadera identidad como mujer, por lo que quiere hacer la transición de género. Para ello, buscará a una abogada que le ayude, una mujer aparentemente inquebrantable ante las injusticias, pero que curiosamente acepta buena «lana» para apoyar a «Manitas» en su misión de vida.
Desde ahí, tenemos una historia osada, distintiva, lo cual no parece algo terrible en premisa; pero cuya ejecución al estilo musical y con decisiones argumentales sacadas de la manga, nos deja con una obra que es peor que la telenovela mexicana más simple de la historia.
El desastre que es Emilia Pérez
Emilia Pérez puede que tenga decisiones artísticas interesantes y que resaltan. En este sentido, quizás algunas coreografías, uso de colores y algunas partes destacadas en su dirección. Eso y poco más. La historia escrita por este snob francés es humillante para la cultura mexicana, y eso ni siquiera es la peor parte.
Y es que retratar a un México de una forma estrambótica y fuera de la realidad, funcionaría únicamente si el propósito se entendiera de esa forma. Debieron, mejor dicho, representar de forma aún más ambigua y hasta psicodélica este producto en forma de parodia… pero no, nada más lejos de eso. Esto es un drama con partitura musical que no es más que un melodrama barato y carente de sentido.
Ahora, con las actuaciones, puedo rescatar un poco lo de Zoé Saldaña, la que curiosamente es la que mejor habla español; por más que las situaciones absurdas sean parte de su papel. Lo de Gascón no es nada memorable y con el caso de Selena Gomez, aunque me guste mucho su incursión en el ámbito del cine, aquí no hace click. También el hecho de no hablar su idioma afecta considerablemente.
Conclusión
Es mejor no perder el tiempo de dos horas. En este caso, creo que si te gusta mucho el cine como a mí, tenés que verla, únicamente para aprender cómo no abordar un proyecto creativo, solo por tener una «corazonada» que será algo audaz.
