Se adentró a la élite de Nueva York y terminó estafándolos, esa es la historia de Anna Delvey, una “artista del fraude” que fingió ser una apoderada heredera alemana y, que tras su polémica historia, Netflix decidió convertir en serie.
“Inventando a Anna” es el nombre de la serie, con la cuál, la creadora de “Anatomía de Grey”, Shonda Rhimes debuta de forma definitiva en la plataforma de streaming, luego de ser solo la productora de “Los Bridgerton”.
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¿Cuál fue el hecho real en el que se basaron para crear “Inventando a Anna”?
En esta mini serie se plasman las vivencias de una joven, que a mediados de la década de 2010, se hace pasar por una millonaria heredera y que terminó desfalcando a hoteles y bancos con más de 200 mil dólares.
Anna Delvey engañó a la élite financiera de Nueva York al asegurar que contaba con un fortuna de 67 millones de dólares, pero que aparentemente tenía retenida en Europa por cuestiones de trámites en un supuesto fondo de inversión familiar.
Así, la audaz joven logró alojarse en hoteles de cinco estrellas, lucir prendas de los diseñadores más reconocidos y disfrutar de una vida llena de atenciones y comodidades en la emblemática ciudad de los rascacielos.
Durante la serie de apenas nueve capítulos, podemos ver a actrices como la ganadora del Emmy, Julia Garner; la reconocida, Anna Chlumsky y, al también escritor y director, Arian Moayed.
¿Qué pasó con la estafadora en la vida real?
La realidad es que la supuesta socialité Anna Sorokin no era alemana, pero sí se empeñaba en brindar generosas propinas a los meseros y personal de hoteles, mientras creaba una fundación con su nombre, donde “reclutaba” las personalidades más importantes y adineradas de Nueva York.
La joven de origen ruso elaboró un sistema de cheques falsos en donde iba depositando fondos de una cuenta de un banco a otro y, los iba retirando, antes de que la descubrieran.
A pesar de todos los lujos que pudo disfrutar, la historia no terminó como en los cuentos de hadas, ya que se enfrentó a un juicio en el que fue el juez determinó que cumpliría una condena de cuatro a doce años en prisión por los cargos de hurto mayor y robo de servicios.
Sin embargo, lo que desató aún más la polémica fue que ella aseguró que al llegar a Estados Unidos sin nada, solo se dejó llevar por la ambición y la aspiración a tener un guardarropa glamoroso y ostentoso:
“Mi motivo nunca fue el dinero. Yo tenía hambre de poder”, dijo Delvey.
Fue en sus años en la prisión de Rikers Island, donde la joven estafadora captó la atención mediática para dar a conocer su historia.
Por El Comercio