Antes de Denzel Washington, Morgan Freeman, Jamie Foxx o Will Smith estuvo Sidney Poitier. Una leyenda de Hollywood se ha apagado este viernes con la muerte, a los 94 años, de la primera gran estrella negra de la industria del cine.
Un pionero que ayudó a transformar el retrato de los afroamericanos en las películas y normalizó que las personas de color pudieran ser protagonistas de las historias, no solo personajes de reparto.
El fallecimiento del primer hombre negro ganador del Oscar, en 1964 por Los lirios del valle, ha sido anunciado por el ministro de Asuntos Exteriores de Bahamas, Fred Mitchell, quien no ha explicado las causas del deceso.
Aunque Sidney Poitier era originario de Miami tenía también la nacionalidad banahameña. Chester Cooper, el viceprimer ministro del país caribeño, llamó al protagonista de Al calor de la noche un “icono, un héroe, un mentor, un luchador y un tesoro nacional”.
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Sidney Poitier fue el primer actor negro en muchas cosas. Estuvo nominado al Oscar como Mejor actor en 1959 por Fugitivos, pero no consiguió la codiciada estatuilla hasta 1964 gracias a su interpretación en Los lirios del valle.
Antes de él solo estuvo Hattie McDaniel, quien se llevó el galardón en 1939 por la categoría de Mejor actriz secundaria por su rol de criada en Lo que el viento se llevó.
Acostumbrados ahora a los discursos reivindicativos en este tipo de ceremonias, el suyo fue conciso. Dio gracias por el premio y nombró al director y al guionista de la película, sonrió emocionado y se marchó.
Aquel fue un momento histórico que inspiró a muchos afroamericanos. Ente ellos a la presentadora Oprah Winfrey, quien tenía 10 años. “En 1964 era una niña pequeña sentada en el suelo de la casa de mi madre en Milwaukee viendo a Anne Bancroft presentar el Oscar a Mejor actor […]. Subió al escenario el hombre más elegante que jamás haya recordado.
Su corbata era blanca, su piel era negra y lo estaban celebrando. Nunca había visto a un hombre negro siendo celebrado así”, contó la periodista en los Globos de Oro de 2018.
El premio, sin embargo, causó también polémica entre los más militantes activistas del movimiento por los derechos civiles, quienes lo consideraron un “tío tom”, alguien que se vendía al sistema a pesar de años de que Hollywood retratara a los negros como una comunidad simplona, ignorante y hundida en la pobreza.
El intérprete cambió muchas de las percepciones que marcaban a una industria dominada por los blancos. “El tipo de negros que aparecían en pantallas siempre era negativo, bufones, payasos, mayordomos, verdaderos marginados.
Este era el contexto cuando yo llegué hace 20 años y elegí no formar parte de los estereotipos… Quiero que cuando la gente salga del cine sienta que las vidas de los seres humanos son importantes. Esta es mi única filosofía sobre las películas que hago”, explicó durante una entrevista en 1967.
En 1980, con casi 40 años de trayectoria a cuestas, Poitier consideraba que había auxiliado a derribar aquellos estereotipos. En su biografía, publicada aquel año, dijo que Hollywood “no estaba preparado todavía para tener como estrella a más de una persona de una minoría”. Pero los cambios demográficos pusieron presión sobre la industria, que deseaba ver “películas que expresaran mejor las vidas y necesidades de la comunidad negra”. “Finalmente, Hollywood ha entendido el mensaje”, escribió en Esta vida.
Sidney Poitier tuvo su primer protagónico en 1950, en un papel que fue profético para su trayectoria. Aquel año rodó Un año de luz (No way Out); donde encarnaba a un médico negro que debe atender a dos racistas blancos en medio de un clima de tensión que puede desencadenar una revuelta racial.
La película de Jospeh Mankiewicz, director de Eva al desnudo; le daba la oportunidad de jugar con un jugoso personaje que debía hacer varias decisiones morales marcadas por un sentido de justicia; algo que rompía el molde de los roles estereotípicos de aquel entonces.
Sidney Poitier y el cantante Harry Belafonte casi fueron asesinados por el Ku Klux Klan en Misisipi. Este fue el motivo por el que se negó en 1966 a rodar Al calor de la noche en escenarios naturales del sur de EE UU; por lo que la producción se mudó a Illinois.
En aquella película, un de las más famosas de su filmografía, un policía negro debe investigar un crimen racista en el sur; un bastión de los supremacistas blancos. Como no encontraron una plantación de algodón en el norte; el equipo filmó durante unos días en Tennessee: Poitier durmió allí con una pistola bajo la almohada.
Por El País