La carrera de Julia Roberts tuvo un ascenso verdaderamente meteórico a finales de los años ochenta. Primero, con su nominación al Oscar por Magnolias de acero y después, en 1990, con su papel protagonista en Pretty Woman que la convirtió en una estrella mundial. Probablemente fuera esa velocidad entre el anonimato y la fama absoluta la que consiguió que su experiencia con el acoso sexual en Hollywood fuera inexistente.
"Es tan horrible de tantas maneras diferentes…", dijo la actriz en una entrevista con el Today Show de NBC este pasado jueves sobre las distintas acusaciones que se han conocido en las últimas semanas en Hollywood. "Nunca he tenido esa experiencia. Quiero decir, casi que me siento mal diciéndolo porque no sé por qué yo me libré de ello. […] Escuchas algunas de estas descorazonadoras y horribles historias, y yo tengo una hija. Es desolador, pero no ha sido parte de mi experiencia".
Roberts trabajó en algunas películas de Miramax, la compañía presidida durante muchos años por el denostado Harvey Weisntein, pero la actriz ya denunció las acusaciones vertidas contra él el pasado octubre sin concretar ninguna experiencia personal suya. Su primera colaboración con Weinstein data de 1994, cuando Roberts ya había sido doblemente nominada al Oscar y era conocida en todo el mundo, destaca Vanity Fair.
Es posible que el talento que le permitió convertirse en la mayor estrella de los 90 fuera la que le librara de lidiar con los depredadores que ahora protagonizan tantas historias terribles. Ella ya lo dijo bien claro el mes pasado: "Tenemos que unirnos como sociedad para plantarle cara a este comportamiento depredador, para ayudar a las víctimas a encontrar sus voces y su cura, y para parar esto de una vez por todas".