Dentro de las próximas décadas, el Telescopio Espacial James Webb explorará cómo eran las primeras galaxias y estrellas del universo, pero antes realizará vigilancias menos complejas, pero no menos alucinantes.
Las prioridades del observatorio de 10 mil millones de dólares incluyen un exoplaneta calificado como una «supertierra», cubierto de lo que parece magma y otro objeto astronómico que no pertenece a nuestro sistema solar, cuya característica más llamativa es que no cuenta con atmósfera.
A lo largo de los últimos meses, después de completar la alineación de los segmentos del espejo principal, los equipos de la NASA, la ESA y la CSA han estado trabajando para completar la fase de activación total del observatorio espacial más grande y complejo jamás construido. Con este proceso a punto de finalizar, estamos cada vez más cerca de recibir la primera imagen del James Webb, que operará en su órbita estable L2, situada a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.
El James Webb enfocará sus «ojos» hacia dos exoplanetas
Según se explica en un comunicado de prensa, los investigadores estrenarán los espectrógrafos del James Webb con dos exoplanetas rocosos. Las condiciones allí son de lo más extremas: días extremadamente calientes en uno, con océanos de lava que se evaporan, y oscuridad total en un desierto sin atmósfera en el otro. Estudiarlos nos permitirá comprender la diversidad geológica de estos objetos astronómicos situados a 50 años luz.
55 Cancri e orbita a unos 2,4 millones de kilómetros de su estrella anfitriona, que es similar a nuestro Sol. Esto es tan, pero tan cerca que un año en el planeta dura solo 18 horas. Su temperatura es suficiente para alcanzar el punto de fusión de la mayoría de las rocas y, por si esto fuera poco, se cree que el planeta; que podemos ver en una ilustración en la imagen destacada, está cubierto de océanos de lava.
Los científicos tienen diferentes hipótesis sobre la peculiar dinámica de este exoplaneta. Una es que tiene una atmósfera espesa que mueve el calor de un lado a otro. La otra es que hay momentos en los que «llueve lava». El James Webb nos ayudará a probar estas hipótesis con su instrumento infrarrojo cercano NIRCam y su instrumento infrarrojo medio MIRI.
LHS 3844 b, por su parte, es algo más fresco que el exoplaneta anterior. De hecho, no llueve lava y el calor no es abrumador. El exoplaneta orbita una estrella pequeña y «fría». Además, las observaciones del Spitzer, un telescopio espacial que se desconectó tras 17 años de actividad, sugieren que no hay atmosfera sustancial presente.
El exoplaneta LHS 3844 b, por su parte, es algo más fresco que el exoplaneta anterior. De hecho, aquí no llueve lava y el calor no es abrumador. El exoplaneta orbita una estrella pequeña y «fría». Además, las observaciones del Spitzer, un telescopio espacial que ha sido desconectado tras 17 años de actividad, proponen que no hay una atmósfera sustancial presente. Ahora el James Webb se dará a la tarea de estudiar su superficie con espectroscopia para comprender mejor sus condiciones opuestas a 55 Cancri e.