Seguramente ha notado la forma peculiar de las fresas, con su color característico y esos diminutos puntos en su superficie que a menudo creemos que son semillas; pero en realidad, no lo son.
Sin duda es algo que llama la atención, pues lo que consideramos que eran semillas, en realidad se llaman aquenios, que si bien pueden parecer semillas; en realidad son el fruto de la planta. El aquenio es un fruto seco simple producido por muchas especies diferentes de plantas con flores.
Y como todas las frutas, estos aquenios tienen una sola semilla en su interior, pero la fresa no los ocupa para reproducirse, pues las plantas de fresa envían los famosos corredores a medida que van creciendo; echarán raíces y comenzarán a crecer una vez que lleguen al suelo.
Las fresas no son bayas, pues las bayas son tipos de frutos simples y dicha semilla se encuentra rodeada de pulpa. En el caso de las fresas; las semillas se encuentran en el interior de los aquenios y son rodeadas de un fruto seco.
Descubriendo el misterio de las fresas: ¿semillas o aquenios?
En ese sentido, si la fresa no es un fruto y tampoco es una baya, ¿qué es? Pues bueno, las fresas vienen de la familia de las Rosáceas y estas son frutas agregadas; al igual que lo son sus hermanas como las frambuesas y las moras.
Ahora, si alguna vez has enterrado esta semilla en un algodón húmedo para que crezca un árbol de fresas, bueno, has hecho algo que puede no funcionar, pues para sembrar fresas, no debes enterrar la propia fruta, pues como ya mencionamos, esos puntos son aquenios que pueden contener la semilla de las fresas; pero no sirven para ser plantadas.
Las fresas se cultivan a través de estolones, son brotes que nacen de la base del tallo de la planta y crecen de forma horizontal. A lo largo de los estolones hay estructuras que se llaman entrenudos; que pueden producir raíces y solo así se podrán dar las famosas fresas.