El nuevo cohete gigante de la NASA comenzó el jueves su primer traslado a una plataforma de lanzamiento para someterse a una serie de pruebas que, de tener éxito, le permitirán emprender su misión de llegar a la Luna este verano boreal.
El cohete SLS salió del edificio de montaje del Centro Espacial Kennedy, en Florida, alrededor de las 17H47 (21H47 GMT) y tardará once horas en llegar, transportado por un enorme vehículo, al legendario complejo de lanzamiento 39B, situado a poco más de seis kilómetros de distancia.
- Te puede interesar: Peleador de MMA muere dos días después de su pelea debut
Coste astronómico
Con la cápsula Orión en su su punta, el cohete SLS mide 98 metros de altura, más que la Estatua de la Libertad, pero un poco menos que los 110 metros del cohete Saturno V, que envió al hombre a la Luna durante las misiones Apolo.
Sin embargo, el SLS contará con un empuje de 39,1 meganewtons, un 15% más que Saturno V, lo que lo convierte en el cohete más potente del mundo.
«Es un símbolo de nuestro país», dijo a los periodistas esta semana Tom Whitmeyer, un alto funcionario de la NASA.
Un símbolo, sin embargo, acompañado de una factura de 4.100 millones de dólares (3.700 millones de euros) por lanzamiento para las cuatro primeras misiones Artemis a la Luna, recalcó este mes ante el Congreso el inspector general de la agencia espacial estadounidense, Paul Martin.
Una vez que llegue a la zona de lanzamiento, los ingenieros tendrán aproximadamente dos semanas para realizar una serie de pruebas antes de un ensayo general de prelanzamiento.
El 3 de abril, el equipo del SLS cargará más de tres millones de litros de combustible criogénico en el cohete y repetirá cada etapa de la cuenta regresiva hasta los últimos 10 segundos, sin encender los motores.
Luego se sacará el combustible del cohete para una demostración de lanzamiento abortado en condiciones de seguridad.
Hacia la Luna y más allá con su cohete
La NASA apunta a una primera ventana de lanzamiento en mayo para Artemis 1, una misión lunar no tripulada que será la primera en combinar el cohete SLS y la cápsula Orión.
El SLS colocará primero a Orión en la órbita terrestre baja antes de, gracias a su etapa superior, realizar una «inyección translunar».
Esta maniobra es necesaria para enviar a Orión a más de 450.000 km de la Tierra y casi 64.000 km más allá de la Luna, más lejos que cualquier otra nave espacial tripulable.
Durante su misión de tres semanas, Orión desplegará diez satélites llamados CubeSats, del tamaño de una caja de zapatos, que recopilarán información sobre el espacio profundo.
La cápsula se desplazará hacia la cara oculta de la Luna usando sus propulsores provistos por la Agencia Espacial Europea (ESA), y después regresará a la Tierra, concretamente al Pacífico, frente a las costas de California.
Habrá que esperar a Artemis 2, previsto para 2024, para ver un vuelo de prueba tripulado. Entonces la cápsula dará la vuelta a la Luna, sin aterrizar en ella, mientras que Artemis 3, programado para 2025 como muy pronto, que llevará a la primera mujer y la primer persona negra a suelo lunar, en el polo sur del satélite.
La NASA quiere probar en la Luna algunas tecnologías que desea utilizar durante sus futuras misiones a Marte, en la década de 2030.
SLS o Starship
Con su puesta en marcha SLS entrará en la categoría de lanzadores «superpesados», por el momento solo integrada por el Falcon Heavy de Space X, que es más pequeño que el SLS.
La compañía de Elon Musk está desarrollando otro cohete para el espacio profundo: Starship, que es totalmente reutilizable y que el multimillonario dijo que estaría listo para una prueba orbital este año.
Starship será más grande y más potente que el SLS: con 120 metros de altura, tendrá una potencia de 75 meganewtons y será mucho más barato.
Según Elon Musk, dentro de unos años el costo por lanzamiento podría reducirse a 10 millones de dólares (9 millones de euros).
Pero los dos cohetes no son comparables: el SLS está diseñado para llegar directamente a su destino final, mientras que SpaceX planea colocar un cohete Starship en órbita y luego reabastecerlo con otro cohete Starship para extender su alcance y carga útil.
La NASA también ha contratado a SpaceX para una versión de Starship que se usaría como vehículo de bajada hacia la Luna para Artemis.