El telescopio espacial europeo Euclid ha identificado siete nuevos planetas huérfanos, mundos solitarios que se desplazan por el espacio interestelar sin estar vinculados a ninguna estrella.
Estos planetas carecen de ciclos de día y noche, así como de meses y años, a diferencia de la Tierra. A pesar de esto, se cree que podría haber una gran cantidad de ellos en la galaxia y que algunos podrían tener condiciones para albergar formas de vida.
El descubrimiento de estos nuevos planetas huérfanos se dio a conocer en un estudio científico prepublicado en arXiv.org el pasado viernes, un día después de que se anunciaran nuevas imágenes y datos recopilados por Euclid.
Estos planetas errantes, gigantes gaseosos con una masa al menos cuatro veces mayor que la de Júpiter, se encontraron en la nebulosa de Orión, una región de formación estelar ubicada a unos 1,500 años luz de la Tierra.
El astrónomo español Eduardo Martín, autor principal del estudio, mencionó que estos siete planetas son solo «la punta del iceberg». Encontrarlos ha sido como buscar una aguja en un pajar, ya que no reflejan la luz de una estrella cercana.
Las espectaculares imágenes del universo que reveló la misión Euclid
Euclid también confirma la existencia de decenas de planetas huérfanos adicionales que se detectaron anteriormente. Estudios sugieren que por cada estrella podría haber unos veinte planetas errantes, lo que implicaría la existencia de trillones en la Vía Láctea y un número incalculable en el universo.
Estos planetas extraños despiertan sentimientos de asombro y misterio en algunos científicos, como Gavin Coleman, de la Universidad Queen Mary de Londres. Algunos de estos mundos no están completamente solos, ya que al menos cuatro de los más de veinte planetas huérfanos según Euclid son planetas binarios.
A pesar de la posibilidad de albergar formas de vida, se cree que estos planetas huérfanos son extremadamente fríos y tienen una superficie helada por la falta de radiación de una estrella cercana.
Los planetas huérfanos no tendrán que preocuparse por su final, a diferencia de la Tierra que eventualmente será calcinada por el Sol en aproximadamente 7,600 millones de años. Estos mundos podrían sobrevivireternamente, siempre y cuando se pueda tolerar las temperaturas heladas.
El estudio realizado con los datos de Euclid también ha proporcionado pistas sobre la formación de estos planetas huérfanos; sugiriendo que podrían originarse como subproductos naturales de la formación estelar.