Un agujero negro supermasivo que consume el equivalente a una Tierra cada segundo y tiene una masa de 3 mil millones de soles; es decir, un monstruo 500 veces más grande que Sagitario A*, el imponente agujero que hay en el centro de nuestra galaxia. Es lo que cree encontrar un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia.
Un fogonazo en mitad de la oscuridad
Utilizando el SkyMapper Southern Sky Survey, un telescopio de 1,3 metros en Nueva Gales del Sur, los investigadores descubrieron un cuásar extremadamente brillante: 7 mil veces más luminoso, de hecho, que toda la luz de la Vía Láctea. Un cuásar es un fenómeno muy concreto que se relaciona con los «chorros masivos» asociados a los discos de acreción de los agujeros. El estudio está ahora mismo en revisión, pero de confirmarse sería un bombazo.
Analizando ese cuásar se dieron cuenta de que los datos no acaban de cuadrar. Según los autores, “la luz que estamos viendo desde este creciente agujero negro ha estado viajando hacia nosotros durante unos 7 mil millones de años” (el Big Bang ocurrió hace aproximadamente 13 mil 800 millones de años). Eso es muy poco tiempo para un monstruo así.
Hay otros agujeros negros de tamaño similar, “pero todos tienden a ser mucho más tempranos en la historia del universo, donde las fusiones entre galaxias eran mucho más comunes”, explicaba Christopher Onken. Si los datos se confirman, nos encontraríamos ante el agujero de más rápido crecimiento de los últimos 9 mil millones de años.
¿Cómo no lo hemos visto antes?
Es decir, como los mismos investigadores reconocen, «la gente ha estado buscando estos agujeros negros en crecimiento desde principios de la década de 1960”. Hemos localizado unos 880 mil ¿Cómo es posible que algo tan brillante haya sido pasado por alto?
La explicación que dan está relacionada con el cielo nocturno. “Históricamente, la gente ha evitado mirar muy de cerca el plano de la Vía Láctea porque ahí hay tantas estrellas y tantos contaminantes que es muy difícil encontrar algo». Sin ir más lejos, “muchas búsquedas dejan de mirar a 25 grados… casi todas paran a 20 grados del plano de la Vía Láctea». Este objeto está a 18 grados.
Es tan grande que lo pueden «ver» los astrónomos aficionados. J1144, que así se llama el cuásar, es lo suficientemente brillante como para ser visible para los astrónomos amateurs. “Si quieres verlo a simple vista, probablemente necesites un telescopio de 30 a 40 cm de ancho», explicaba Onken; «pero es más que posible».