Cuando en mayo el volcán Nyiragongo expulsó grandes cantidades de lava e hizo sentir su poder por toda la región del lago Kivu; los ingenieros de KivuWatt tuvieron que mantener la sangre fría a pesar del «miedo».
Esta central, situada en el medio de uno de los grandes lagos del Rift, entre Ruanda y la República Democrática de Congo; fábrica electricidad a partir de las inmensas cantidades de gas almacenadas en las profundidades del lago Kivu, que suponen una amenaza mortal.
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No hay que fiarse de la belleza de las colinas verdes que se hunden en las aguas calmadas y silenciosas; el Kivu de Ruanda es «un lago asesino», asegura François Darchambeau, responsable medioambiental en KivuWatt.
La geología particular del lago, especialmente su profundidad y la actividad volcánica; han conducido desde hace miles de años a una acumulación gigantesca de metano y dióxido de carbono bajo su superficie.
«El riesgo con este tipo de lago es tener una sobresaturación de gas en el agua y que eso provoque lo que nosotros llamamos una erupción límnica«; explica este experto belga en una visita de AFP a la central.
Esto es «una enorme explosión de gas, desde las aguas profundas hasta la superficie»; añade, detallando un escenario catastrófico e imprevisible con «olas, tsunamis» pero, sobre todo, una nube tóxica de CO2.
Solo existen tres lagos de este tipo en el mundo; el Kivu y los lagos Nyos y Monoun, en el noroeste de Camerún, que experimentaron una erupción límnica en los años 1980 que mataron a más de 1.700 personas en esta región rural.
Pero alrededor del Kivu se extiende una región densamente poblada con dos millones de personas que estarían «en peligro»; si se produce este fenómeno, explica Darchambeau.
A ambos lados de la frontera, el miedo penetra entre los ribereños; entre quienes corren numerosas historias populares de misteriosas desapariciones de nadadores, asfixiados o absorbidos por el agua.
«Oportunidad en Ruanda «
La apuesta de KivuWatt fue transformar esta amenaza en «oportunidad», bombeando el gas para convertirlo en electricidad.
Para acceder a esta central eléctrica única en el mundo hay que embarcarse en una fueraborda y navegar 20 minutos hasta la plataforma; una maraña de balizas y tuberías altas como un edificio de varios pisos.
En medio de un ruido ensordecedor, bombean a 350 metros de profundidad agua saturada de gas. Al subir por los tubos, el agua y el gas se separan por el cambio de presión.
«Es como cuando se abre una botella de refresco«; explica Priysham Nundah, director de KivuWatt, una instalación a «medio camino entre central térmica y renovable», indica.
Por un lado, el metano se envía a través de una tubería a una segunda instalación en la orilla, donde se transforma en electricidad. El CO2 se reinyecta al lago, a una profundidad calculada con precisión para no desestabilizarlo.
Al retirar poco a poco el metano, que crea la presión en el lago que puede provocar la erupción límnica, KivuWatt también reduce la amenaza.