Siempre se ha dicho que el mejor amigo del hombre es el perro. Pero el amor incondicional que tiene un can por su propietario tiene también su lado oscuro. Es lo que revela un reciente estudio publicado en Nueva Zelanda: los perros se ponen también celosos, incluso solo si lo imaginan.
El estudio, publicado en la revista Psychological Science, ha sido desarrollado por expertos de la Universidad de Auckland. En el trabajo concluyen que los perros domésticos se ponen celosos cuando su humano acaricia a otro perro, pero no sólo eso, sino también que los perros pueden ponerse celosos con solo imaginar que su dueño está acariciando a otro perro, incluso cuando no pueden ver la interacción.
"La investigación ha respaldado lo que muchos dueños de perros creen firmemente: los perros exhiben un comportamiento celoso cuando su compañero humano interactúa con un rival potencial", dice la autora principal del estudio, Amalia Bastos, en declaraciones recogidas por el Daily Mail.
"Queríamos estudiar este comportamiento más a fondo para determinar si los perros podrían, como los humanos, representar mentalmente una situación que provocara celos", añadió la investigadora.
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Los científicos están interesados en estudiar los celos en los animales porque este hecho está relacionado con un grado de autoconciencia, que es un rasgo cognitivo complejo que no se ve en todas las especies.
Como parte de un estudio, 18 perros y sus dueños fueron reclutados y llevados a una habitación. En esa habitación había o un cilindro forrado de pelo o un perro artificial muy realista. Las mascotas, aún con sus correas, vieron a sus dueños acariciar al perro falso y luego se colocó una pantalla entre la mascota y la persona para que el perro no pudiera ver al falso rival ni a su dueño.
Los investigadores observaron el comportamiento de los canes en este punto y vieron que las mascotas tiraban con fuerza de la correa y expresaban signos reveladores de celos, como gruñir y parecer agitados.
Esto, dicen los investigadores, significa que aunque los perros no podían ver a su humano derramando amor y atención en un rival, tenían la capacidad mental para imaginarlo y, como resultado, se pusieron celosos.
Cuando el dueño acariciaba el cilindro forrado de pelo, los perros eran mucho menos celosos, lo que indica que sus celos están reservados solo para las cosas que consideran una amenaza.
"Estos resultados apoyan las afirmaciones de que los perros muestran un comportamiento celoso", dijo Bastos. También proporcionan la primera evidencia de que los perros pueden representar mentalmente interacciones sociales que inducen a los celos.
"Estudios anteriores confundieron el comportamiento celoso con el juego, el interés o la agresión, porque nunca probaron las reacciones de los perros ante el dueño y el rival social que están presentes en la misma habitación pero no interactúan", añadió Bastos.
"Todavía hay mucho trabajo por hacer para establecer el alcance de las similitudes entre las mentes de los humanos y otros animales, especialmente en términos de comprensión de la naturaleza de las experiencias emocionales de los animales no humanos", agregó.
"Es demasiado pronto para decir si los perros experimentan celos como nosotros, pero ahora está claro que reaccionan a situaciones que los inducen, incluso si ocurren fuera de la vista", concluye la investigadora.