El sistema de radiotelescopios europeos Lofar reveló el miércoles, a través de una serie de estudios, imágenes de una precisión sin precedentes de la juventud de decenas de miles de galaxias en los comienzos del universo.
La red de radiotelescopios, distribuida en diez naciones europeas y que generan imágenes en conjunto, detectó partículas que se desplazan a velocidades cercanas a la de la luz, aceleradas por acontecimientos como la explosión de supernovas, colisiones de cúmulos de galaxias o la actividad de los agujeros negros.
"El objetivo del proyecto es estudiar la formación de las galaxias y el funcionamiento de los agujeros negros en su centro", explica a la AFP el astrónomo Cyril Taza, del Observatorio de París PSL.
El científico es uno de los autores de los 14 estudios dedicados a este conjunto de datos inédito de Lofar, recogidos en un número especial de la revista Astronomía y Astrofísica, publicada el miércoles.
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El trabajo se concentró sobre un sector del cielo septentrional y con largos períodos de exposición, diez veces superiores a los que se usaron para la primera entrega en 2019.
"Esto brinda resultados mucho más detallados. Como cuando se saca una foto en la oscuridad, cuanto más tiempo se expone la imagen, comienzan a detectarse detalles que no se veían", precisa Cyril Taza.
Alrededor de tres mil millones de años después del Big Bang, hubo "algo así como fuegos artificiales", con un "pico de formación de estrellas y de actividad de los agujeros negros" en las galaxias jóvenes, añade el astrónomo.
La luz producida en ese momento en aquellas galaxias, llega hasta la Tierra ahora, casi 11.000 millones de años después y permite ver lo que ocurría.
Lofar detecta esa actividad indirectamente, al rastrear la energía liberada por la galaxia, que es acelerada por las supernovas.
"Cuando una galaxia forma estrellas, muchas explotan al mismo tiempo, lo que acelera las partículas a niveles de muy alta energía y las galaxias comienzan a irradiar" en la gama de ondas de baja frecuencia que Lofar observa, explica el astrónomo.
Estos datos, sumados a la detección en otras longitudes del espectro electromagnético –infrarrojo, visible, rayos x y gamma– deben permitir comprender mejor la evolución del Universo.