Los antiguos egipcios momificaron gatos, perros, ibis y otros animales. Pero en el desierto sudamericano de Atacama en Chile también se hizo esta práctica. Un nuevo estudio internacional publicado en la revista PNAS documenta momias de loros y guacamayos entre los años 1100 y 1450 después de Cristo relacionadas con el comercio de estos animales.
“Las plumas son valoradas en las Américas y las encontramos en entierros de alto estatus”, señala José M. Capriles, profesor en la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos). “Pero no sabemos cómo llegaron estas plumas hasta aquí, las rutas que tomaron o la red comercial que hay detrás”, subraya.
Loros y guacamayos no son nativos de Atacama, una región que se encuentra en el norte de Chile y que comprende el desierto más seco del mundo. Los arqueólogos encontraron plumas en un contexto de entierro, conservadas en cajas de cuero u otro material protector, y también han encontrado estas aves momificadas en sitios arqueológicos.
El hecho de que aves vivas se abrieran paso a través de los Andes a más de 3.000 metros de altura es sorprendente”, considera Capriles, para quien es un hecho extraño e improbable. “Tuvieron que ser transportadas a lo largo de enormes estepas, de clima frío y terrenos difíciles hasta Atacama, y tuvieron que mantenerse con vida”, apunta el experto que investigó el comercio y transporte de bienes como coca, concha, metales, plumas y animales en Bolivia, Perú y Chile mientras era becario postdoctoral en Chile.
La mayoría de los restos de loros y guacamayos, momificados o no, residen en museos. El equipo visitó colecciones en el norte de Chile durante casi tres años para observar lo que se había encontrado. “Una vez que comenzamos a trabajar en esto, encontramos mucho material sobre guacamayos y loros”, recuerda Capriles. “Colón llevó loros a Europa y la importancia histórica de las plumas de guacamayo para las sociedades precolombinas fue omnipresente”.
La mayoría de los restos de aves que los investigadores encontraron datan entre el 1000 y el 1460 después de Cristo, comenzando al final del imperio Tiwanaku y justo antes de que los incas atravesaran el área. Según Capriles, fue una época de guerra, pero también una gran época para el comercio, con frecuentes “caravanas” de llamas en movimiento.
Los investigadores, procedentes también de la Universidad de Tarapacá (Chile), la Universidad de California y el Museo Nacional de Historia Natural, estudiaron 27 restos completos o parciales de guacamayos y loros amazónicos procedentes de cinco oasis en Atacama, según la información de la Universidad de Pensilvania.
Lee también: Descubren en China una enorme edificación de 3.000 años
Loros criados en el oasis
A partir de un análisis zooarqueológico, un estudio isotópico, datación por radiocarbono y pruebas de ADN antiguo, los investigadores catalogaron guacamayos escarlata y al menos otras cinco especies de loros que tuvieron que ser transportadas casi 500 kilómetros desde el Amazonas. El equipo trazó un mapa con los hábitats de las diferentes especies de loros para tratar de determinar cómo viajaron hasta Atacama.
También encontraron que las aves consumían la misma dieta que los agricultores que las poseían. “Algunas de estas aves no vivieron una vida feliz. Se las mantuvo para producir plumas y sus plumas fueron arrancadas tan pronto como crecieron”, afirma el investigador.
La mayoría de las momias se encontraron en Pica 8, un sitio en el que todavía hoy se comercia con mercancías. Capriles asegura que creen que los pájaros “vivían allí”, ya que comían los mismos alimentos que la gente estaba comiendo en ese momento enriquecidos con otros productos. Además, “las llamas no son los mejores animales de carga, porque no son muy fuertes”, añade, lo que hace muy difícil que fueran transportadas así hasta el desierto.
Quizás más inusual que la importación de loros y guacamayos y su utilidad en la producción de plumas fue su tratamiento después de la muerte. Muchos de los loros fueron encontrados momificados con la boca bien abierta y la lengua fuera. Otros tenían sus alas extendidas, pero de momento no se sabe el porqué.