El planeta GJ 1132b tenía una atmósfera primitiva, pero al estar tan cerca de su estrella acabó perdiéndola. Sin embargo, este exoplaneta similar a la Tierra ha creado una nueva gracias a su actividad volcánica, según revelan las observaciones del telescopio espacial Hubble.
El exoplaneta de tipo rocoso y que guarda ciertas similitudes con la Tierra, en cuando a tamaño, densidad y edad (4.500 millones de años), está a 39 años luz del Sistema Solar y orbita a la estrella Gliese 1132, una enana roja en la constelación de la Vela.
Al comienzo de su vida, el planeta era un mundo gaseoso con un grueso manto de atmósfera, formada por helio e hidrógeno, pero la perdió debido a la intensa radiación de su joven y caliente estrella.
Observaciones
Sin embargo, los astrónomos han podido observar, gracias al Hubble, que allí ha surgido un atmósfera secundaria, rica en hidrógeno, cianuro de hidrógeno, metano y amoníaco, que además tiene una bruma de hidrocarburos.
La hipótesis es que el hidrógeno de la atmósfera original fue absorbido por el manto de magma fundido del planeta y ahora está siendo liberado lentamente por el vulcanismo para formar una nueva, según explica a Agencia Espacial Europea (ESA).
Esta segunda atmósfera, que sigue filtrándose al espacio, se repone continuamente a partir de la reserva de hidrógeno del magma del manto, por lo que constituye "una ventana a la geología de otro mundo", según Paul Rimmer, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
En un principio el equipo pensó, según Raissa Estrela, del Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de Pasadena (EE.UU), que los planetas altamente radiados debido a la cercanía con su estrella "serían bastante aburridos"
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Descubrimiento
El exoplaneta descubierto en 2015 comenzó, al igual que la Tierra, con una atmósfera dominada por el hidrógeno, y ambos fueron calientes antes de enfriarse; incluso el estudio sugiere que la presión atmosférica en la superficie es similar en los dos.
GJ 1132b está tan cerca de su estrella que completa una órbita cada día y medio, lo que hace que esté bloqueado por la marea, mostrando siempre la misma cara a su estrella, al igual que la Luna a la Tierra.
El equipo cree que la corteza de GJ 1132b es extremadamente delgada, tal vez de solo unos cientos de metros de espesor, lo que no es suficiente para sostener algo parecido a montañas volcánicas.
Su terreno plano podría estar agrietado por la flexión de las mareas, con lo que el hidrógeno y otros gases podrían liberarse a través de esas grietas.
Si la atmósfera es delgada -es decir, si tiene una presión superficial similar a la de la Tierra-, probablemente significa que se puede ver hasta el suelo en longitudes de onda infrarrojas.
"Eso significa que si los astrónomos utilizan el telescopio espacial James Webb (que se lanzará en octubre) para observar este planeta, existe la posibilidad de que vean no el espectro de la atmósfera, sino el de la superficie", explicó Mark Swain del Laboratorio de Propulsión a Chorro y jefe del estudio.
Este resultado es significativo porque ofrece a los científicos de exoplanetas una forma de averiguar algo sobre la geología de un planeta a partir de su atmósfera.
También es importante para comprender dónde encajan los planetas rocosos de nuestro propio Sistema Solar -Mercurio, Venus, la Tierra y Marte- en el panorama general de la planetología comparativa, en términos de disponibilidad de hidrógeno frente a oxígeno en la atmósfera. EFE