Los cielos marcianos podrían haber dejado caer enormes cantidades de precipitaciones en forma de agua líquida hace aproximadamente 3.500-4.000 millones de años, esculpiendo canales similares a ríos y dejando grietas en varias cuencas lacustres actualmente secas, sugiere un estudio de la Universidad de Texas en Austin, publicado en Geology.
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La investigación ha ayudado a los científicos a reconstruir el antiguo clima de Marte, al revelar cuánta lluvia y nieve llenaron los lechos de los lagos y valles fluviales del Planeta Rojo, informa un comunicado de la página web de la universidad.
"Esto es extremadamente importante, porque hace 3.500-4.000 millones de años Marte estaba cubierto de agua. Había mucha lluvia o nieve derretida que llenaba esos canales y lagos", explicó la autora principal del estudio, Gaia Stucky de Quay. "Ahora está completamente seco. Estamos tratando de entender cuánta agua había y adónde fue," asegura.
Utilizando imágenes de satélite y topografía, los científicos examinaron 96 cuencas lacustres abiertas y cerradas formadas en Marte hace miles de millones de años. Algunas de las cuencas se rompieron a causa de desbordamientos y son conocidas como cuencas abiertas, mientras que otras permanecen intactas, por lo que se las llama cuencas cerradas.
Siguiente investigación
Al medir estos lagos y sus cuencas hidrográficas de ambos tipos, el equipo estimó cuánta agua se habría necesitado para llenar las cuencas intactas sin romperlas y predijo tanto la precipitación máxima como la mínima que podría haber caído en un solo evento.
En una sola tormenta marciana, los científicos creen que podrían haber caído entre 4 y 159 metros de precipitación, una cantidad en algunos casos suficiente para desbordar y romper cuencas de lagos.
Otra gran incógnita es saber cuánto tiempo duraba un episodio de lluvia o de deshielo: días, años o miles de años. Ese es el siguiente paso de la investigación, según Stucky de Quay.
Parte de estas preguntas las podría ayudar a responder la sonda Mars 2020 Perseverance Rover, lanzada recientemente al Planeta Rojo por la NASA con una visita programada al cráter Jezero, que contiene uno de los lechos de lago abierto utilizados en el estudio.