Solo el 1 % del lado lejano de la Luna está cubierto de 'mares', mientras que la cara cercana abunda en estas manchas oscuras, en gran parte visibles a simple vista, que cubren casi la tercera parte de la superficie. La cara oculta, que solo conocemos gracias a los vuelos al espacio exterior y a varias misiones lunares en particular, es también mucho más pálida y tiene una composición diferente.
Décadas de exploración hicieron a los astrónomos relacionar esas regiones oscuras con flujos de basalto y atribuir su surgimiento a una especie de actividad volcánica. Sin embargo, su origen todavía era desconocido y solo un reciente modelado térmico de la Luna ha señalado la desintegración radiactiva de potasio, torio y uranio como una posible fuente de calor para fundir las rocas.
Un grupo internacional de científicos explicó este vínculo en un comunicado difundido el 22 de junio por el Instituto de Tecnología de Tokio. Su trabajo se enfocó en los elementos químicos distintivos de estas regiones oscuras con los basaltos en la superficie, que se sitúan casi todas en el lado visible de la Luna.
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Los estudiosos se refieren a este grupo de elementos con el acrónimo KREEP, que significa, literalmente: potasio, elementos raros de la Tierra y fósforo. De toda la variedad de 'raros' destacan el uranio y el torio, detectados por medio de la espectrometría en concentraciones variadas en el lado cercano, mientras que en el reverso parecen casi ausentes.
Los investigadores recurrieron a una serie de experimentos para apreciar qué cambia la presencia de los KREEP en el suelo lunar. Mezclaron una composición sintética de estos elementos con los sustitutos de rocas lunares a distintas concentraciones (entre el 5 y el 50 %) y expusieron la mezcla a temperaturas comprendidas entre 1.175 y 1.300 grados centígrados durante varios días.
Uranio, torio y otros bajaron el punto de fusión del suelo y generaron hasta 13 veces más de la masa fundida en comparación con la que hubo en las muestras de control sin los KREEP. El modelo cuantitativo aplicado a estos datos demostró que las regiones oscuras podían ser fruto del calentamiento radiactivo de mezclas semejantes a las experimentales. En el lado oculto, este proceso tendría una escala muy reducida.
El origen de las concentraciones elevadas de uranio, torio y otros elementos en cuestión se desconoce a ciencia cierta, pero la respuesta podría "ayudar a explicar las primeras etapas de la formación de la Luna y, a modo de consecuencia, las condiciones en la Tierra primitiva", estima Matthieu Laneuville, colaborador del Instituto de Tecnología de Tokio y coautor del estudio, publicado en Nature Geoscience.
La teoría que manejan los expertos supone que en la época temprana del Sistema Solar un cuerpo celeste del tamaño de Marte (que se llama convencionalmente Theia) impactó en el prototipo de la Tierra y generó una mezcla heterogénea de rocas en los dos cuerpos resultantes.