El campo magnético de la Tierra ha perdido cerca de un 9 % de su fuerza en los últimos 200 años, informa la Agencia Europea Espacial (AEE).
El área donde se registra la menor intensidad es la llamada anomalía del Atlántico Sur, que cubre una gran parte de América del Sur y se extiende hasta Sudáfrica. Entre 1970 y 2020, la intensidad mínima del campo magnético cayó en esa zona de unos 24.000 a 22.000 nanoteslas, indica la agencia.
Al mismo tiempo, según se señala, el área no es estática. Va desplazándose hacia el oeste a una velocidad de 20 kilómetros al año y, además, está creciendo. De hecho, debido a la expansión del fenómeno ha aparecido en los últimos cinco años un segundo centro de intensidad mínima, que se ubica al suroeste de África. Ahora los científicos creen que la anomalía podría estar dividiéndose en dos, precisa la AEE, que estudia el fenómeno con ayuda de los satélites de la misión Swarm, lanzada en 2013.
El campo magnético defiende nuestro planeta del flujo de partículas eléctricamente cargadas y provenientes del espacio. Sin él, moriríamos de radiación. Así, un estudio de 2019 estimó que hace 565 millones de años la magnetosfera estuvo a punto de desaparecer, lo que pudo resultar en la extinción de la vida en la Tierra.
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No obstante, la anomalía del Atlántico Sur no representa peligro a nivel superficial. La única manera en que puede dañar a los humanos es si provoca fallos técnicos en los satélites y otras naves que sobrevuelen la zona en la órbita baja terrestre, asevera la AEE.
Igualmente, se informa que el debilitamiento del magnetismo está dentro de lo que se consideran los límites de fluctuaciones normales. De este modo, no debe considerarse el signo de una próxima reversión del campo magnético, fenómeno que ocurre alrededor de cada 250.000 años y priva temporalmente a la Tierra de protección contra el viento solar.
Entre tanto, dada la importancia de este fenómeno rodeado de misterios, la agencia señala que seguirá estudiándolo.
"El nuevo mínimo oriental de la anomalía del Atlántico Sur lleva una década formándose, aunque en los últimos años se ha acelerado su desarrollo. Tenemos mucha suerte de contar con los satélites Swarm para investigar la evolución de esta anomalía. El reto ahora es entender los procesos que en el núcleo terrestre provocan estos cambios", cita el comunicado de la AEE a Jürgen Matzka, del Centro Alemán de Investigación de Geociencias (GFZ).