De la misma forma que un detector de humo hace saltar una alarma, ciertos genes avisan a las defensas cuando un virus ingresa en el cuerpo de un ser vivo, desencadenando una respuesta inmune en la mayoría de los mamíferos. Esto es justamente lo que pasa con el nuevo coronavirus y, de hecho, se ha observado que este hecho puede empeorar la enfermedad al provocar una «tormenta perfecta» que provoca la inflamación de los tejidos; sin embargo, hay un animal al que esto no le ocurre: el pangolín.
El hallazgo se hace ahora mucho más relevante al encontrarse relacionado con la forma en la que el nuevo SARS COV 2, que está afectando a millones de personas en todo el mundo, se propagó probablemente de los murciélagos a la especie humana: muchos estudios apuntan a que los pangolines podrían ser el portador intermedio de la enfermedad. Pero, ¿por qué a ellos no les afecta del mismo modo que a nosotros? Los genes pueden tener la clave.
El estudio, publicado en la revista "Frontiers in Immnunology" recoge que, a pesar de carecer de estos genes que avisan de que el virus ha ingresado en su organismo, los pangolines son capaces de tolerar la enfermedad y no tener síntomas por algún tipo de mecanismo desconocido. Y esta ventaja evolutiva puede suponer la diferencia a la hora no solo de encontrar la respuesta a esta pregunta en estos animales, sino en la vacuna humana contra el Covid-19.
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Un sistema inmune particular
Como principal sospechoso de ser el animal transmisor de la enfermedad a las personas, los científicos analizaron su genoma, comparándolo con el de otros mamíferos incluidos gatos, perros, ganado y, por supuesto, humanos. «Nuestro trabajo muestra que los pangolines han sobrevivido a través de millones de años de evolución sin un tipo de defensa antiviral que es utilizada por todos los demás mamíferos», explica Leopold Eckhart, de la Universidad de Medicina de Viena en Austria y coautor del estudio. «Otras investigaciones sobre pangolines descubrirán cómo logra sobrevivir a las infecciones virales, y esto podría ayudar a diseñar nuevas estrategias de tratamiento para las personas con infecciones virales».
Sin embargo, Eckhart advierte que tal remedio podría abrir la puerta a infecciones secundarias. "El principal desafío es reducir la respuesta al patógeno mientras se mantiene un control suficiente del virus», apunta. Un sistema inmunitario hiperactivo puede ser apaciguado "al reducir la intensidad o al cambiar el momento de la reacción de defensa"
Punto de partida
Si bien el estudio identificó diferencias genéticas entre pangolines y otros mamíferos, no investigó el impacto de esas diferencias en la respuesta antiviral. Es decir, se centró en la respuesta de esta especie con respecto al Covid-19 y no estudió los efectos con otros virus diferentes.
Además, los científicos aún no entienden cómo los pangolines sobreviven al coronavirus sin consecuencias, solo que su falta de estos dos genes de señalización podría tener algo que ver en que sean simples portadores. Eckhart agrega que otro gen, RIG-I, que también actúa como un sensor contra los virus, debe estudiarse más a fondo, ya que podría ser la respuesta defensiva contra los coronavirus.
Por lo tanto, este estudio es solo un punto de partida para entender mejor las características de esta nueva amenaza, la respuesta de los cuerpos de los mamíferos y las opciones para atajar el mal.