Un equipo de astrónomos ha encontrado que los gigantescos objetos subestelares conocidos como enanas marrones pueden llegar a tener vientos extremadamente poderosos que azotan sus superficies, según un estudio publicado el viernes pasado en la revista Science.
Las enanas marrones o conocidas como 'estrellas fallidas' son objetos demasiado masivos como para ser considerados planetas, pero no lo suficientemente como para soportar la fusión nuclear del hidrógeno en sus núcleos, el proceso que acciona a las estrellas. Estos cuerpos celestes pueden llegar a tener entre 13 y 72 veces la masa de Júpiter.
Lee también: Captan la imagen de un quásar, originado por un agujero negro supermasivo
Los investigadores estudiaron una enana marrón ubicada a unos 34,5 años luz de distancia denominada 2MASS J10475385 + 2124234 para realizar la primera medición directa de los vientos de estos objetos. Observaron longitudes de onda infrarrojas usando el telescopio espacial Spitzer y longitudes de onda de radio usando datos del observatorio radioastronómico Karl G. Jansky, ubicado en Nuevo México (EE.UU.).
Haciendo uso de estas dos herramientas encontraron que el núcleo de este cuerpo celeste gira una vez casa 1,76 horas, mientras que su atmósfera, una vez cada 1,74 horas. Esto significa que los vientos alcanzan velocidades de 650 metros por segundo (o 2.340 kilómetros por hora), mucho más rápido que los de cualquier planeta de nuestro sistema solar. A modo de comparación, la velocidad media del viento en la zona ecuatorial de Júpiter es de 370 kilómetros por hora.
Monster rocky exoplanet could let us glimpse the heart of Jupiter https://t.co/HNYK0sqlLa pic.twitter.com/GOIV7LoMxH
— New Scientist (@newscientist) April 13, 2020
Los científicos esperan que con la aplicación de este método de medición del viento y con dispositivos más potentes sea posible estudiar el clima de exoplanetas, recoge el portal NewScientist. "Es factible que esto se pueda aplicar a cosas como los planetas terrestres. Sería asombroso poder mirar un planeta terrestre y poder decir cuán rápido están soplando sus vientos", señala Katelyn Allers, de la Universidad de Bucknell, autora principal del estudio.