El café es la bebida más popular en buena parte del mundo. Tanto es así que los estadounidenses beben más café que refrescos, zumo y té juntos.
¿Tan popular es el café?
Para que nos hagamos una idea, cuando el príncipe Harry y Meghan Markle anunciaron que pensaban trasladar su residencia a Canadá, la cadena internacional de cafeterías Tim Hortons les ofreció café gratis de por vida como un aliciente extra para mudarse al país norteamericano.
No pressure, Meghan and Harry, but if you do choose to move to Canada, free coffee for life. Think about it.
— Tim Hortons (@TimHortons) January 9, 2020
Dada la fama del café, sorprende sobremanera la confusión que rodea a cómo este cálido y oscuro néctar de los dioses afecta a nuestra biología.
Los ingredientes del café
Los principales ingredientes activos del café son la cafeína (un estimulante) y toda una serie de antioxidantes.
¿Qué sabemos acerca de cómo ambos influyen en nuestro organismo? A grandes rasgos, la información de la que disponemos es bastante simple, pero el diablo está en los detalles, y las especulaciones sobre si el café podría ayudar o perjudicar se disparan sin que nadie les ponga freno.
Las propiedades estimulantes de la cafeína son las que convierten una taza de café en la opción perfecta para despertarse.
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De hecho, el café, o la cafeína que contiene, es la sustancia psicoactiva más consumida en el mundo. Parece funcionar, al menos en parte, como un estimulante al bloquear el receptor de adenosina, un nucleósido que estimula el sueño.
La cafeína y la adenosina poseen compuestos heterocíclicos similares. La primera lleva a cabo un mimetismo molecular al bloquear el receptor de adenosina, lo cual impide que el cuerpo desarrolle su capacidad natural para descansar cuando lo necesita.
Además, este bloqueo es la razón por la que el consumo excesivo de café puede producir agitación y falta de sueño.
La fatiga se puede posponer hasta que los organismos reguladores del cuerpo humano comienzan a fallar, momento en el que se producen los nervios y hasta consecuencias de mayor gravedad, como ansiedad e insomnio.
Los efectos adversos suelen ser habituales y se conocen desde hace tiempo: la posible relación entre el consumo de café y el insomnio se descubrió hace más de 100 años.