Los científicos han curado a un alcohólico de sus antojos golpeando su cerebro con pequeñas sacudidas de electricidad.
Investigadores canadienses probaron la cirugía cerebral experimental en el Dr. Frank Plummer, quien estaba a punto de beber hasta la muerte. El hombre de 67 años era un alcohólico confeso que tomaba casi una botella de whisky de 70 cl por noche.
El Dr. Plummer, ex director científico del Laboratorio Nacional de Microbiología de Canadá, dijo que estaba negando su problema hasta que su hígado falló en 2012.
Le dieron un trasplante en 2014, pero continuó bebiendo el espíritu todos los días y su nuevo órgano comenzó a perder su función.
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El Dr. Plummer, un especialista de renombre mundial en enfermedades infecciosas, dijo que "estaría muerto" si no fuera por el tratamiento pionero. Se inscribió para el juicio el año pasado en el Centro de Ciencias de la Salud Sunnybrook en Toronto cuando la terapia y las reuniones de Alcohólicos Anónimos no pudieron frenar su adicción.
Los médicos perforaron agujeros en su cabeza e implantaron dos electrodos en su cerebro mientras aún estaba despierto durante la cirugía.
Los electrodos están conectados a un dispositivo, similar a un marcapasos, en el lado derecho del cofre del Dr. Plummer. El dispositivo, que cuesta entre $ 15,000 y $ 20,000, envía impulsos eléctricos al núcleo accumbens, un área del cerebro vinculada a la adicción y a nuestro circuito de recompensa.
Se dice que esto regula la actividad defectuosa en la región del cerebro que hace que los adictos anhelen el alcohol. Un año después de la operación, su simulador está encendido las 24 horas y ya no ansía el alcohol constantemente.
Se ha demostrado que la estimulación cerebral profunda funciona con heroína y adictos a los opioides, pero se cree que es la primera vez que cura el alcoholismo.
El Dr. Plummer le dijo a CTV News : Solía ??pensar en el alcohol todo el tiempo. Creo que era una persona de alto funcionamiento con un problema con el alcohol.
Supongo que estaba en negación. Es bastante obvio ahora que miro hacia atrás que tuve un problema. Si no controlaba la bebida, iba a morir. Y no quería morir, ya que pasaba las noche bebiendo alrededor de 20 onzas (60 cl) de whisky para lidiar con el estrés.
Desde el punto de vista del Dr. Plummer, participar en este estudio es más que una simple medida para salvar vidas: es una contribución a la ciencia. El Dr. Plummer ahora vive en Toronto y dice: "Estoy más feliz de lo que he estado en muchos, muchos años".
