A las lombrices de tierra nadie les presta atención. Quizás cuando hayan caminado por el campo tras un día de lluvia hayan visto algunas en la superficie húmeda del suelo y a algún mirlo poniéndose las botas con ellas. Las lombrices son un gran sustento para otros animales como aves, topos, tejones, zorros e, incluso, para algunos grandes insectos. Sin embargo, su importancia no acaba ahí.
Poca gente sabe que este grupo, que normalmente vive escondido en el suelo y que no provoca demasiada simpatía, es en realidad uno de los animales más importantes en nuestro planeta.
Darwin, en 1881, se dio cuenta de su relevancia. Afirmó entonces que “es dudoso que existan otros animales que hayan jugado un papel más importante en la historia del mundo que estas criaturas de organización tan simple”.
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Mucho tiempo antes, los egipcios ya las consideraban “dioses menores” al observar cómo, tras las inundaciones del Nilo, incorporaban al suelo los limos, lo que aumentaba su fertilidad. La realidad es que sin las lombrices no existiría el suelo tal y como lo conocemos, y sin suelo no se habría desarrollado la agricultura.
Las lombrices de tierra se consideran “ingenieros de los ecosistemas”. Con su actividad son capaces de modificar el suelo y crear nuevos hábitats para muchos otros animales. Como consecuencia, producen una serie de servicios ecosistémicos que ofrecen al resto de organismos, entre ellos al propio ser humano, y que no han sido valorados por la sociedad.
Veamos algún ejemplo. Al fabricar sus galerías, mejoran las propiedades hídricas y la estructura de los suelos. Al alimentarse de la materia orgánica, la degradan y ayudan a su descomposición por parte de los microorganismos, lo que hace que los nutrientes sean más asimilables para las plantas. Estas suelen crecer mejor en aquellos suelos donde la comunidad de lombrices está sana y equilibrada, lo que hace que también las cosechas sean mejores donde hay lombrices.
Recientemente hemos publicado un artículo sobre la distribución global de las lombrices de tierra en la revista Science. El estudio ha sido realizado por 140 investigadores de todo el mundo a partir de datos de casi 7 000 localidades, incluyendo datos ambientales, procedentes de 57 países distintos de todos los continentes excepto la Antártida.
Nunca hasta ahora se había conseguido recopilar y analizar tal cantidad de datos sobre estos animales. Se trata, por tanto, del mayor estudio global sobre la distribución de las lombrices de tierra. Los resultados obtenidos son muy llamativos.
En primer lugar, el estudio demuestra que las lombrices presentan un patrón de distribución totalmente opuesto al que presentan los animales que viven encima del suelo. Su biodiversidad y abundancia es mayor en las zonas templadas que en las zonas tropicales.
Las lombrices de tierra no son tan emblemáticas como otros animales bandera como el lince y el oso panda, pero podrían tener una importancia mucho mayor en los ecosistemas. El suelo es aún una gran caja negra por estudiar cuya biodiversidad e importancia son cruciales en los ecosistemas