"Imagina si las compañías interesadas en comerciar con nuestros datos personales, no sólo tuvieran datos sobre lo que hacemos y decimos, sino sobre lo que pensamos".
La frase suena a la introducción de un capítulo de la serie "Black Mirror", pero se la dice a BBC Mundo Rafael Yuste, director del Centro de Neurotecnología de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Yuste es uno de los científicos decididos a regular el uso futuro de las neurotecnologías: herramientas que hoy se desarrollan para mapear y modificar la actividad del cerebro humano.
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Como portavoz de un grupo de 25 científicos e ingenieros, Yuste propuso en 2017 incorporar a la carta de derechos humanos cinco neuroderechos inalienables: la privacidad mental, la identidad personal, el libre albedrío, el acceso equitativo y la no discriminación.
En junio, visitó Santiago de Chile, donde cada año la comisión de tecnología del Senado organiza un Congreso del Futuro donde exponen algunos de los principales científicos e intelectuales del mundo.
A través de esa instancia, el científico inició conversaciones para incorporar a futuro estos neuroderechos en la constitución chilena.
Cien mil millones de neuronas
Yuste fue uno de los primeros asesores del proyecto "Brain" ("cerebro", en inglés) lanzado en 2013 por el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, con el fin de impulsar y financiar neurotecnologías capaces de "mapear" el cerebro.
Un año antes, el investigador nacido en Madrid había sido nombrado uno de los científicos más influyentes del mundo por la revista británica "Nature".
"Obama lanzó el proyecto 'Brain' como se lanzó el inicio de la carrera espacial", recuerda Yuste.
En esta carrera, Estados Unidos es acompañado hoy por otros países. Japón, China, Corea del Sur, Australia, Canadá, Israel y Europa, que tienen sus propias versiones del proyecto".
Yuste explica el atractivo científico del proyecto.
"El cerebro funciona de forma eléctrica: tenemos 100.000 millones de neuronas dentro del cráneo. El número y conexiones es astronómico, en nuestra cabeza hay más conexiones y nodos que en todo el internet de la Tierra", explica.
"Toda esa complejidad de neuronas se está disparando electrónicamente y a través de procesos que no entendemos. De allí surge la visión, las sensaciones, el comportamiento, las ideas, la memoria, las emociones, la conciencia, la mente, todo lo que somos. Por eso es tan importante contar con neurotecnologías capaces de mapearlas".
Los riesgos de una persona "aumentada"
Las neurotecnologías utilizan técnicas ópticas, electrónicas, magnéticas y nanotecnologías para comprender estos procesos y a futuro, "leer y escribir" la actividad cerebral.
"Es algo similar a lo que tuvimos para descifrar el genoma humano: nadie sabe quién va a llegar primero", dice Yuste. "Pero lo concreto es que alguien va a llegar, abriendo nuevas oportunidades. Y también riesgos".
"En EE.UU., se está fabricando un chip flexible de computador de dos centímetros cuadrados, con un grosor de 100 micrones, para implantarlo bajo el cráneo, en el cerebro", cuenta Yuste.
"Tras la intervención, la persona podría llevar una gorra o un casco con los componentes electrónicos que permitan controlar este chip implantado en su cerebro".
"Esa persona podría percibir cosas que el resto no puede, y tendría acceso a información que el resto no podría tener. Sería una persona 'aumentada'… Combinada con un sistema de inteligencia artificial, la persona podría ir por la calle mirando a la gente y detectando la información de cada persona, este tipo de usos de la neurotecnología hay que regularlos antes de que sea tarde", mencionó BBC.