Los avances de los últimos años en células madre, tanto en lo referente a su cultivo como al conocimiento sobre su funcionamiento, han llevado al desarrollo de un gran número de técnicas y estudios en los que estas células se utilizan para regenerar tejidos u órganos dañados. Incluso en un futuro podría implementarse de forma habitual su uso como material para la impresión de órganos a la carta en 3D.
Es mucho lo que se espera de ellas, pero también será necesario avanzar aún más en su estudio, con trabajos como el que ha publicado hoy en PNAS un equipo de científicos del Hospital Monte Sinaí, de Nueva York. En él, demuestran cómo un tipo concreto de células madre puede regenerar de forma muy eficiente el tejido cardíaco después de un ataque al corazón. De momento lo han investigado en ratones, pero los resultados son muy prometedores de cara a un futuro escalado a humanos.
Células madre de placenta
A grandes rasgos, las células madres son aquellas que pueden diferenciarse para dar lugar a diferentes tipos de células. Las hay de varios tipos, según de donde procedan.
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Unas de las más estudiadas, por su versatilidad, son las embrionarias, ya que son aún pluripotentes o, lo que es lo mismo, pueden diferenciarse en células de cualquiera de las capas del embrión que posteriormente darán lugar a los diferentes órganos, a excepción de la placenta.
En cuanto a las células madre placentarias, conocida como Cdx2, tradicionalmente se ha pensado que en el desarrollo embrionario temprano solo podrían dar lugar a la placenta. Sin embargo, los científicos responsables de este nuevo estudio han demostrado que, en realidad, pueden dar lugar a células de cualquier órgano.
Todo empezó después de observar que en una población de ratones de laboratorio los corazones lesionados de hembras preñadas se regeneraban, aparentemente por la acción de células madre. Observaron que estas células, procedentes en su mayoría de la placenta habían migrado hasta el corazón, solventando el problema que, de no curarse, podría haber terminado desencadenando un ataque cardíaco.
Comprobado esto, los científicos quisieron ir más allá y analizar si realmente esto era algo que se pudiera controlar. Para ello, indujeron ataques cardíacos a tres grupos de ratones macho, a los que a continuación se les administraron tres tipos diferentes de tratamientos. Los primeros recibieron células Cdx2, procedentes de la placenta de ratonas en su última fase de gestación. Los segundos, en cambio, fueron tratados con células de placentas que no expresaban Cdx2. Finalmente, a los últimos se les administró un control salino.
A continuación, se analizaron mediante resonancia magnética los corazones de los roedores, tanto inmediatamente después de la lesión, como a los tres meses del tratamiento. Pasado este tiempo, en los animales del primer grupo se habían regenerado buena parte de las células cardíacas dañadas. Las células placentarias habían migrado hasta la región dañada y se habían formado tanto nuevos vasos sanguíneos funcionales como células del músculo del corazón capaces de latir.
Comprobaron que en estas células de la placenta se codificaban las mismas proteínas que en las embrionarias, lo cual permite que den lugar a cualquier órgano. Pero la cosa no se quedaba ahí, ya que también incorporan algunas proteínas adicionales que les permiten migrar hasta las zonas que deben regenerarse. Esto, junto al hecho de que no parecen ser detectadas como extrañas por el sistema inmunitario, las convierte en una gran alternativa para solventar las limitaciones de las embrionarias.