Ha pasado un buen tiempo desde que terminaste esa relación que tanto te importaba, y después de un largo olvido, horas de terapia con tus amigos o con un especialista, ahora crees que puedes seguir adelante porque todas esas heridas del pasado han quedado atrás.
Pero, ¿qué pasaría si con tu nueva pareja decides iniciar una familia y la cara de tu bebé no hace más que recordarte la misma expresión de ese examor que tanto te costó superar? La telegonía podría ser la responsable de que tus hijos puedan parecerse a tu ex sin necesidad de una infidelidad.
¿Asustada? No lo estés tanto. Se trata de un mal juego que nos hace la genética y que ha estado presente por muchos años; una teoría que se ha tratado de comprobar con pruebas en moscas.
Te interesa: ¿Estamos preparados para proteger a la tierra de los asteroides?
La “telegonía” (bautizada así por el biólogo alemán August Weissman en 1800s), aseguraba que cuando un espermatozoide lograba llegar al útero, impregnaba óvulos inmaduros y después era absorbido por el organismo de la mujer. De ahí que cuando llega una nueva pareja, este nuevo código genético podría ser el responsable de que el bebé tenga las características de la expareja.
Con un precedente claro, no fue sino hasta 1820 cuando se registró la primera descripción de esta teoría. La prueba fue documentada por la Royal Society de Londres, cuando Conde Morton comprobó que dos crías de caballos árabes contaban con características de una “pareja” antigua de la yegua; una quagga (subespecie extinta de la cebra común).
Aunque todo parece indicar que el propio Aristóteles ya se había planteado esta teoría, señalando que la herencia de cualquier persona, podría estar influenciada por sus padre y por las parejas previas con las que la madres había tenido alguna relación sexual.
Aunque no todo tiene porque alarmarnos, pues esta teoría hasta el momento sólo ha sido comprobada en animales, específicamente en moscas. Según un estudio publicado por Ecology Letters en 2014, señala que un grupo de científicos buscaron indagar más en el tema, y para ponerlo a prueba hicieron un experimento con moscas inmaduras, las cuales fueron cruzadas con machos grandes y pequeños. Los resultados mostraron que los descendientes del segundo macho, tenían el mismo tamaño que el primero.
Un año antes, el instituto Henan de Ciencia y Tecnología de Xiangsiang, China, publicó un artículo en su revista “Gene”. En él, Yongsheng Liu, señalaba que sí existen ciertas coincidencias que apoyan la teoría de la “telegonía”; por ejemplo, los cientos de espermatozoides que llegan al útero pero no logran fertilizar un óvulo, son absorbidos por el cuerpo, modificando el ADN del bebé y generando una reorganización en la genética del producto.
Hasta la fecha, la teoría de la “telegonía” no ha podido ser comprobada al 100 por ciento, pues son muy pocos casos en humanos en la que se ha presentado. Sin embargo, esta teoría abre una nueva posibilidad para la experimentación sobre cómo funciona la genética humana. Así que no se vale usarla como pretexto para cubrir alguna infidelidad.