El característico olor de los ancianos tiene como causante una molécula que se genera en la piel al oxidarse de forma natural los ácidos grasos de la barrera lipídica, y no es, como algunos creen, producto de la falta de higiene o por descuido. Es más, para pesar de muchos, el problema empieza a surgir a partir de los 30 años tanto en hombres como mujeres.
A esa edad los cambios hormonales traen como resultado un acrecentamiento de la producción de lípidos en la superficie de la piel. A la par, la capacidad antioxidante del cuerpo se ve mermada. Esto trae como corolario el aumento de la molécula 2-nonenal, lo que provoca que el cuerpo huela mal.
"El resultado es que aumenta exponencialmente esa peroxidación, se genera más 2-nonenal y el cuerpo huele cada vez peor. Es ese olor desagradable que se nota en los asilos, por muy limpios que estén" , explica José María Antón, presidente de La Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, a El País.
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Ni con el agua ni con el jabón
A diferencia del sudor, que no es sino un caldo acuoso de sustancias y bacterias que las descomponen, los lípidos no son solubles con el agua y tampoco con el jabón. De ahí que el mal olor relacionado con los ácidos grasos sea tan complicado de eliminar.
Para quitar el hedor producido por el 2-nonenal, este tiene que ser aislado. Antón, quien también es fundador del grupo Prima-Derm, ha desarrollado una fragancia con activos como el Sirtalice y el Seadermium, procedentes de microorganismos de un lugar bastante remoto: las profundidades de la Isla Reunión, que logran encapsular a las moléculas apestosas y desactivar el mal olor.
Así que la próxima vez que se encuentre a una persona mayor y detecte aquel olorcito, tenga en consideración que este no se genera por descuido. Quizás en su propio organismo ya se está produciendo la molécula que lo produce.