Al estudiar el genoma del Octopus bimaculoides, una especie de pulpo conocida por su antipatía hacia sus pares, y luego probar su reacción al MDMA o "éxtasis", un grupo de científicos, liderados por Gül Dölen, aseguran haber encontrado evidencia preliminar de un vínculo evolutivo entre los comportamientos sociales de los pulpos y los humanos, especies separadas por 500 millones de años en el árbol evolutivo.
Un resumen de los experimentos se publica en Current Biology y, si los hallazgos son validados, pueden abrir oportunidades para estudiar con precisión el impacto de terapias con fármacos.
“El cerebro de los pulpos es más similar al de los caracoles que al de los humanos, pero nuestros estudios se suman a la evidencia de que pueden exhibir algunos de los mismos comportamientos que nosotros – explica Dölen –. Lo que sugieren nuestros estudios es que ciertas sustancias químicas del cerebro, o neurotransmisores, que envían señales entre las neuronas, necesarias para estos comportamientos sociales, se conservan evolutivamente”.
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Los pulpos, aseguran los autores, son conocidos por ser criaturas inteligentes, hay algunas pruebas de que también aprenden por observación y tienen memoria episódica, pero la mayoría de los pulpos son animales asociales y evitan a otros de su especie. El equipo de Dölen buscó un vínculo entre la genética y la conducta, específicamente, en las regiones de genes que controlan cómo las neuronas conectan los neurotransmisores. Así descubrieron que los pulpos y los humanos tenían códigos genómicos casi idénticos para el transportador que une la serotonina (un regulador conocido del estado de ánimo) a la membrana de la neurona.
También se sabe que el transportador de unión a la serotonina es el lugar donde el fármaco MDMA, el ya mencionado éxtasis, se une a las células cerebrales y altera el estado de ánimo. Los expertos administraron éxtasis a cuatro pulpos que mostraron comportamientos más sociables ante sus congéneres.
Dölen advierte que los resultados son preliminares y necesitan ser replicados y afirmados en futuros experimentos antes de que los pulpos puedan ser utilizados como modelos para la investigación del cerebro.
Fuente: Quo.es