La neurociencia es considerada hoy día como una ciencia multidisciplinaria, es decir, que puede colaborar para estudios y descubrimientos en diversos campos, abarcando desde la filosofía hasta las matemáticas, pasando por antropología, entre otros.
Al combinar el estudio de la mente con el del comportamiento, la neurociencia fue capaz incluso de derribar algunos mitos sobre el sexo, amor y relaciones que siempre creímos que eran verdades irrefutables. Aquí recogemos algunos ejemplos publicados por Huffington Post de acuerdo a estudios científicos.
Los mitos sexuales derribados por la neurociencia
Mito: El amor es una emoción.
Verdad: Según la neurociencia, se han descubierto varias evidencias que sugieren que el amor es más un impulso que una emoción. Es decir, es bastante similar a la necesidad de comer o incluso de tener sexo.
Mito: Las mujeres quieren una relación romántica, los hombres solo sexo.
Verdad: El concepto cargado de imposiciones morales y sociales ya no puede ser sostenido. Según la neurociencia, los estudios han demostrado que las áreas del cerebro relacionadas con el amor romántico son idénticas entre hombres y mujeres, por lo que no hay razón para una diferenciación.
Mito: Amor y odio están en lados opuestos
Verdad: A través de estudios de neuroimagen, algunos investigadores observaron que el amor y el odio comparten algunas áreas claves del cerebro. Ambos sentimientos o impulsos resultan semejantes en la actividad de los circuitos cerebrales.
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Mito: Solo a los hombres les gusta la pornografía.
Verdad: Según un científico del Instituto de Kinsey, de la Universidad de Indiana, los estímulos sexuales generados por la pornografía crean una respuesta en el cerebro dos o tres veces más fuertes que cualquier otro tipo de imagen. El fenómeno no se limita a los hombres, pues el cerebro de las mujeres también es accionado cuando están ante imágenes de naturaleza sexual.
Mito: Los hombres traicionan porque están programados genéticamente para ello.
Verdad: De acuerdo con la neurociencia, nuestros genes pueden predisponerse a ciertos comportamientos, pero los lóbulos frontales (las áreas del cerebro involucradas en la toma de decisiones) tanto de hombres como de mujeres son lo suficientemente grandes y evolucionados para ignorar una posible tentación, si es necesario.