Resulta que los pequeños valles situados sobre la capa de hielo de la Antártida registraron temperaturas de -98 °C, es decir, cinco grados menos que lo estimado hasta el momento, según un estudio publicado en la revista científica Geophysical Research Letters.
Los científicos habían anunciado en 2013 el hallazgo del sitio con las temperaturas más bajas de la Tierra, gracias al lanzamiento de varios satélites de observación del planeta.
Se trataba de varios puntos de la Meseta Antártica Oriental, una región con abundante nieve donde también se encuentra el Polo Sur y donde se registraron temperaturas de -93 °C, .
Pero ahora los investigadores han usado nuevos datos para llegar a la conclusión de que allí las temperaturas son incluso más bajas y que estas se observan durante la noche del Polo Sur, fundamentalmente en julio y agosto.
En el estudio anterior, lo expertos explican las condiciones que se necesitan para que las temperaturas bajen tan drásticamente.
Y llegaron a la conclusión de que los vientos ligeros y los cielos claros no son los únicos factores clave; también juegan un papel crucial los vientos extremadamente secos, que deben mantenerse durante varios días.
Para llegar a los nuevos resultados, los expertos observaron pequeñas depresiones o huecos poco profundos en la capa de hielo de la Antártida, donde el aire frío, denso y descendente se acumula sobre la superficie y puede permanecer allí durante varios días.
Esto hace que la superficie y el aire que está sobre ella se enfríen aún más, hasta que las condiciones claras, serenas y secas se descompongan y el aire se mezcle con un otro más caliente en la atmósfera.
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"En esta área vemos períodos de aire increíblemente seco, y esto permite que el calor de la superficie de la nieve se irradie hacia el espacio más fácilmente", explica en un comunicado Ted Scambos, autor principal del estudio.
¿Puede bajar más?
El nuevo récord de -98 °C podría ser batido de nuevo si las condiciones ambientales necesarias se mantuvieran constantes por varias semanas, aunque Scambos considera que es muy poco probable.
Por si sucede, el equipo de investigadores ya trabaja en el diseño de los instrumentos que les permitan sobrevivir y trabajar en lugares incluso más fríos, y medir las temperaturas del aire y la nieve.
Los expertos esperan tener estos medios de trabajo listos para dentro de dos años.