Nuestro cuerpo posee muchas características, donde en la mayoría las personas que las portan desconocen su origen y el porque de su aparición.
Por ello, el cuerpo humano es una una máquina acabada y perfecta, un aceitado engranaje donde cada parte cumple su función y tiene su propósito.
Bueno, casi todo.
Por ejemplo, ¿para qué sirven esos pequeños hoyuelos que alguna personas tienen en la parte baja de la espalda?
Aunque no tienen ninguna función específica, lo cierto es que resultan bastante curiosos y hasta incluso llegar a ser útiles en determinadas situaciones.
Los hoyuelos de la espalda
Una de las cosas más interesantes de estos hoyuelos es el nombre informal que han recibido: se los conoce como hoyuelos de Venus, un nombre que suena mucho más lindo que el término original proveniente del latín, fosas lumbares laterales.
Se trata de ligeras depresiones simétricas en la zona lumbar, que no siempre son visibles, pero pueden llegar a serlo, con diversos grados de pronunciación, tanto en hombres como en mujeres.
Se ubican apenas por encima de las nalgas y en la parte superior de las articulaciones sacro–ilíacas, donde se unen el sacro con cada uno de los huesos ilion de la pelvis. Pueden servir, para los obstretas, como referencia para delimitar la zona de la espalda que se conoce como el rombo de Michaelis.
En los casos en que están más pronunciados, se debe a un ligamento corto que se ha estirado entre la piel y la espina ilíaca posterior superior.
Los hoyuelos se han nombrado en honor a Venus, la diosa romana de la belleza, precisamente porque se les ha otorgado un valor estético, e incluso han estado asociados al erotismo y hasta al fetichismo.
El pintor francés Gustave Courbet, célebre por sus retratos realistas de desnudos y del cuerpo humano, pintó los hoyuelos de Venus en su cuadro “Las bañistas”.